martes, 12 de abril de 2011

El embrujo de la Noche...

Todos tenemos dos noches únicas e irrepetibles, la primera que pasamos fuera del seno materno primer encuentro con un mundo nuevo, del que no guardamos memoria consciente pero del que seguramente tendremos alguna marca; otra es, la de nuestra muerte, noche desconocida por la que habremos de pasar inexorablemente, impregnada por el temor a lo desconocido. Tenemos noches que suelen ser parecidas, son aquellas en que el ser humano se entrega en los brazos de Morfeo deseando no despertar, para que la placidez que nos envuelve nos siga acompañando. También están las que acompañaron nuestra niñez, llenas de fantasías y miedos que nos hacían tener la necesidad de aferrarnos a una mano querida. La noche en que nos descubrimos enamorados como nunca antes y que pasamos casi en vela deseando que ese amor siga creciendo. La importante noche en que hacemos el amor por primera vez, embriagados del romántico y perturbador deseo en el que nos entregamos al sueño cuando extenuados caemos en éxtasis perfecto. Las noches de pasión incontrolada, que comienzan y terminan cuando los cuerpos se funden en uno abandonándose al placer.
La noche en que nace cada hijo, que con atenta mirada vigilamos el movimiento de ese bollito de carne que recién llegado al mundo, conociendo por primera vez el miedo a que algo pueda perturbar su sueño.La noche pasada en vigilia en algún hospital cuidando a un ser querido, esa que hace eterna nuestra espera, deseosos de ver el primer rayo de luz que nos haga saber que todo está como deseamos.Aquella noche en que los hijos comienzan a llegar tarde y en la que permanecemos quietos sin poder conciliar el sueño hasta escuchar que la puerta se abre y los sentimos a salvo en casa. La que sucede al día en que nuestros pichones comienzan el armado de la valija para emprender su propio rumbo. La noche de alegrías en la que reunidos con nuestros afectos disfrutamos el placer de sentirnos juntos. Esa nunca deseada triste noche, que pasamos despidiendo la partida de esta vida de nuestros seres queridos.La que fantaseamos imaginando como será la carita del nieto por llegar y aquella en que por primera vez quedan a nuestro cuidado.La noche, que sigue al día en que obtuvimos algún logro no esperado y en la que sentimos que aun podemos. Las tristes noches , que pasa mucha gente en los penales en las que todo es soledad y tinieblas. La de los olvidados en hospitales , orfanatos o en calles solitarias en las que todo ser humano ansía que la mañana siguiente pueda ser diferente como por milagro. Esas son para mi noches diferentes, que en cada ser humano toman un sentido distinto ya sean de felicidad o de tristeza pero que seguramente cada uno guarda celosamente en algún lugar especial de la memoria hasta llegar a la última noche, en la que todas ellas se fundirán en una sola porque esa será para cada uno el comienzo su eterna noche.

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