Había un mundo donde todo era hermoso. Donde las cosas eran sencillas porque no tenían otra forma de ser. Por que la única manera era la simple.Había un mundo en el que tu cama podía ser un barco y tu habitación un oceáno lleno de aventuras donde nadabas en la imaginación y los delfines y peces con alas te acompañaban.Había un mundo donde un tesoro valioso era esa figurita con brillantina que se veía tan fabulosa y que era difícil de conseguir.Un lugar donde la proximidad de los abuelos era lo más maravilloso porque te daban una moneda para caramelos a la hora de la siesta mientras del horno salía el delicioso olor a torta que ibas a comer en la merienda.Había un mundo de puertas abiertas, donde no existían las rejas y tus amigos entraban sin llamar como si fuera su casa.Había bigotes de espumosa leche chocolatada y un castigo era que te dijeran que para comer había sopa con verduras, esas que al correr al borde del plato te hacían acreedor a un reto.Había un mundo donde se jugaba en la calle hasta la noche con los chicos del barrio y podías ser rey por una tarde si encontrabas a todos los escondidos.En ese mundo la primavera era cientos de mariposas y una red para apresarlas y guardarlas en un frasco sin tener la conciencia de que las sentenciabas a muerte. Como las luciérnagas en el verano, farolitos nocturnales que te llevabas en su prisión de vidrio para mirar esas luces misteriosas hasta que el sueño te vencía.Siempre en algún lugar encontrabas un vanal donde pescar renacujos y salir espantado ante la aparición de los sapos.Había un mundo donde la navidad era familia y velas encendidas y en la televisión películas que contaban la historia de un niño que había nacido en un pesebre y nos regalaba su cumpleaños para que todos fuéramos más buenos, no sea cosa que Papá Noel nos tachara de su lista.Había tres reyes que venían en camellos y te dejaban en los zapatitos las cosas que les habías pedido y despertar era una fiesta.
Había un carnaval donde jugábamos a mojarnos y eran chicos contra chicas.Y llegó la escuela y éramos tan importantes con nuestro babi blanco y las chicas con cinta en el pelo. Éramos importantes hasta que la tortura de los deberes nos hiciera anhelar las vacaciones y así empezamos a aprender que en la vida no todo eran juegos y diversión, que también estaban las obligaciones y un reloj traidor que marcaba temprano la hora de levantarse.Y así fue pasando todo. Se terminó la primaria, vino la secundaria, el beso robado de los quince. Los abuelos que se fueron por una enfermedad innombrable. Conocimos la tristeza, aprendimos lo que era ser "grande".Había un mundo que se llamaba infancia. Con sus propios colores y aromas. Un lugar que queríamos abandonar para mandarnos solos. Y no nos dimos cuenta que queríamos abandonar el paraíso mordiendo una manzana engañosa. No sabíamos que siempre alguien te manda y no es tan bonito como cuando los que mandan son los papás.Había un mundo que se llamaba infancia del que no me quería ir y sin embargo me fui. Y hoy me pregunto porque no me quedé un ratito más ahí..
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