miércoles, 30 de noviembre de 2011
La vida en piezas de un simple puzzle...
Con el correr de la vida, nos esforzamos en completar un rompecabezas que nos negamos a dejar inconcluso. Los vacios nos perturban, más aun que las piezas que parecen empeñarse en no encajar. El juego parece divertido, los ilusos incluso lo ven sencillo, con paciencia dicesé todo se consigue. ¡Pero ojo!, quien se lo tome a la ligera, frustrado se verá al notar como todo se complica poquito a poco. Cada sueño, cada recuerdo y cada afecto son piezas que se encuentran en la sopa de este, mi nuestro rompecabezas. Pero.. ¿que hacer cuando, con las piezas en cero, encuentras tantos espacios en blanco?.Algunas piezas quizas somos conscientes que las perdimos, la vida es dura muchas veces, los sueños quedan en la nada, los recuerdos se olvidan, los afectos.. simplemente se van, no todos por propia decisión. Otras piezas las habremos descartado por voluntad propia, hay de esas tambien, que mejor perderlas que encontrarlas. Y otras quizas nunca las tuvimos, ni siquiera conocemos su forma.Otras por desgracia,tenemos que deshacernos de ellas dejandolas libres muy a nuestro pesar.... ¿Cuantas veces nos emperramos en llenar vacios con fichas equivocadas? De antemano sabemos como todo va a terminar, pero es que ¡tanto nos molesta ese espacio en blanco!.Vaya que duele aceptar que hay cosas que nunca vamos a recobrar. Tal vez es un juego que nunca se debe terminar, o quizas con sus vacios y todo nuestros rompecabezas esten completos, algunos con mas piezas, otros con menos. ¿La conclusión? Dejar de estar pendiente de los vacios es el objetivo del juego. ¿La clave? Aprender que hay vacios que existen para aprender a vivir con ellos, no para llenarse. ¿Mi opiniön? Disfrutar al máximo de lo que tenemos, que solo se vive una vez....Y alegrarnos por esas piezas que no podemos tenerlas a nuestro lado simplemente porque tenian que ocupar otro lugar en otro puzzle...su puzzle....Gracias por estar ahi, y gracias por seguir estando..Un beso
lunes, 19 de septiembre de 2011
Ha nacido un nuevo super heroe..¡¡¡Fumetaman!!!
Se colocó la capa, después el antifaz y se encendió otro cigarro de la risa. Ya estaba listo para salvar al mundo; solo le faltaba un nombre. Le gustaba spiderman, pero ya estaba cogido; quizá barman, por eso de haber sido camarero antes de conseguir sus súper poderes, pero la gente en lugar de pedirle ayuda le pediría una cerveza. Echó un vistazo a su uniforme en el espejo. Llevaba unas mallas verdes que había robado del tendedero de su vecina, la tía buena del segundo. Una camiseta de malla negra, una capa hecha de las cortinas del baño, un antifaz del cotillón de navidad de hacía dos años y unas zapatillas Converse all star azules a las que había puesto unas plataformas para parecer más alto. Más que un súper héroe parecía una drag queen. Buscó en su armario algo mejor que ponerse. Encontró una camiseta verde con el dibujo de una hoja de marihuana dorada; le hacía juego con las mallas, pero ahora parecía un moco. ¡El súper moco! Pensó, pero era un nombre ridículo. Entonces recordó que su madre tenía un tinte para la ropa que usaba cuando quería cambiar algunaprenda de color.Coció agua en una olla, metió la camiseta y el pantalón, echó un sobrecito que ponía“tinte negro”, con una cuchara de madera que encontró en la cocina lo removió un buen rato y lo dejo enfriar.Tras unos treinta minutos la saco del agua y la tendió en su habitación, dejando todo el suelo lleno de agua negra. Mientras se secaba bajo al chino de enfrente de su casa y compró un disfraz del Zorro,alegando que era para su sobrino, aunque hasta los chinos sabían que era hijo único y no tenía novia.Después de dar una vuelta por el barrio, subió a su casa. La ropa ya estaba seca. Se la probó. Aunque la ropa no se había teñido completamente, pues habían quedado pequeñas partes sin cubrir y la hoja de marihuana seguía manteniendo su color dorado, pero no le importó; de noche no se verían y solo pensaba actuar de noche. Se volvió a mirar en el espejo. Ahora sí que parecía un súper héroe. Se colocó el antifaz del Zorro, le quedaba un poco pequeño, pero hacia su cometido; taparle la cara; después se puso la capa. Al atársela se dio cuenta que le apretaba en el cuello y le quedaba por encima de la cintura. Agarró un cordón de unas zapatillas viejas y lo empalmo con la cuerda de la capa. Ya podía respirar bien.
Se puso a hacer posturitas frente al espejo como un culturista, aunque los músculos no eran algo que resaltasen en él. Eran más de las diez de la noche y estaba oscuro; esperaría un par de horas y saldría a la calle a salvar el planeta. Estaba nervioso, no paraba de dar vueltas por su habitación con la ropa aun puesta. Seguía sin encontrar su nombre y eso le desesperaba. Su madre llamó a la puerta para que fuese a cenar, pero dijo que no cenaría, que no tenía apetito. Dieron las doce en punto en el reloj de su mesilla. Era la hora de trabajar. No podía salir por la puerta, pues su madre podría darse cuenta y él quería permanecer en el anonimato. Saldría por la ventana y usaría el poder de aterrizar de pie, ya que volar no podía y no era porque no lo hubiese intentado; las costras de las rodillas certificaban que sí. Recordó que tenía un arma como cualquier súper héroe que se precie. El capitán América tiene su escudo, Thor su martillo y él, un látigo de cuero de tres puntas que había comprado en una sex shop. Se ató el látigo a forma de cinturón y se subió a la ventana; desde esta hasta el suelo habría unos cinco metros; para él era como saltar un escalón. Se subió a la ventana; se tiraría en plancha y terminaría haciendo un mortal para caer de pie. Saltó; cuando iba a comenzar a hacer el mortal se topó con el toldo del bar de abajo que se habían olvidado de recogerlo. Rebotó contra él y salió despedido cayendo al suelo de morros, pero gracias a su súper agilidad pudo poner antes las manos, raspándoselas enteras. Pensó para mañana ponerse los guantes de lana que tenía guardados en la mesilla. Se levantó dando un salto y comenzó a andar por la acera. Hacia frio, el aire soplaba de cara y le dificultaba andar, pero eso a un súper hombre como él no lo podía parar. El frio hacía que le doliesen más las manos. Cerró los ojos,subió las manos por encima de la cabeza y se las froto. El dolor casi había desaparecido. Continuó andando; no había un alma a quien poder salvar; en la calle no había nadie. De repente oyó un grito, salió corriendo hacia allí. Al llegar vio a un par de hombres robando a un matrimonio que tenían pinta de tener dinero. Se colocó detrás de ellos con los brazos en jarras. –Deteneos, malandrines –pensó que eso de malandrines no había quedado bien, pero ya estaba dicho. Los dos ladrones se giraron hacia él. – ¿Quién coño eres tú, Fumetaman? –Le gustó el nombre y sonrió un instante. –Sí, soy Fumetaman y soy vuestra perdición. –El otro ladrón comenzó a reírse mientras se acercaba a él con una navaja en la mano. –Te voy a hacer un siete en tu bonito disfraz, capitán capullo. –cuando el caco estaba a un metro de él miró hacia atrás para mirar a su compañero, momento en que aprovechó para darle una patada con su súper fuerza en los testículos. Esperaba haberle levantado un par de metros del suelo, pero verle revolcándose en el suelo también le valía. El otro chorizo llevaba en su mano derecha algo que brillo un momento, pensó que era otra navaja y se acerco hacia él. Cuando estaba llegando a su altura observó que lo que brillaba no era un cuchillo, sino una pistola. El ladrón le apuntó a la cabeza. –No te muevas o te pego un tiro –no le preocupaba que le disparase, pues si así era pararía la bala incluso con los dientes. Se acerco un par de pasos más. –No te muevas, cabrón.–No, no te muevas tú y tira el arma –dijo mirando al ratero a los ojos. Este con los nervios a flor de piel, apretó el gatillo. La bala rozo su brazo izquierdo. Se dio cuenta que al igual que para súperman la Kriptonita era su punto débil, para Fumetaman era el plomo disparado por pistolas, pero eso no le impediría hacer su trabajo. Con un rápido movimiento desato el látigo y lanzo un latigazo contra el brazo del ladrón haciéndole tirar la pistola al suelo. Se acerco a él con ira; el caco se asusto, comenzó a andar hacia atrás tropezando en un bordillo y dándose un golpe en la cabeza contra el paragolpes de un coche y quedándo inconsciente. No quería que acabase así, pero todo había acabado bien. Se volvió para que el matrimonio le agradeciese lo que había hecho por ellos, pero ya habían desaparecido. Hay un nuevo héroe en la ciudad; viste de negro con una hoja de marihuana en el pecho y dentro de la hoja una “F” pintada con rotulador; si necesitas ayuda; no lo dudes y llama a: “FUMETAMAN”.
Se puso a hacer posturitas frente al espejo como un culturista, aunque los músculos no eran algo que resaltasen en él. Eran más de las diez de la noche y estaba oscuro; esperaría un par de horas y saldría a la calle a salvar el planeta. Estaba nervioso, no paraba de dar vueltas por su habitación con la ropa aun puesta. Seguía sin encontrar su nombre y eso le desesperaba. Su madre llamó a la puerta para que fuese a cenar, pero dijo que no cenaría, que no tenía apetito. Dieron las doce en punto en el reloj de su mesilla. Era la hora de trabajar. No podía salir por la puerta, pues su madre podría darse cuenta y él quería permanecer en el anonimato. Saldría por la ventana y usaría el poder de aterrizar de pie, ya que volar no podía y no era porque no lo hubiese intentado; las costras de las rodillas certificaban que sí. Recordó que tenía un arma como cualquier súper héroe que se precie. El capitán América tiene su escudo, Thor su martillo y él, un látigo de cuero de tres puntas que había comprado en una sex shop. Se ató el látigo a forma de cinturón y se subió a la ventana; desde esta hasta el suelo habría unos cinco metros; para él era como saltar un escalón. Se subió a la ventana; se tiraría en plancha y terminaría haciendo un mortal para caer de pie. Saltó; cuando iba a comenzar a hacer el mortal se topó con el toldo del bar de abajo que se habían olvidado de recogerlo. Rebotó contra él y salió despedido cayendo al suelo de morros, pero gracias a su súper agilidad pudo poner antes las manos, raspándoselas enteras. Pensó para mañana ponerse los guantes de lana que tenía guardados en la mesilla. Se levantó dando un salto y comenzó a andar por la acera. Hacia frio, el aire soplaba de cara y le dificultaba andar, pero eso a un súper hombre como él no lo podía parar. El frio hacía que le doliesen más las manos. Cerró los ojos,subió las manos por encima de la cabeza y se las froto. El dolor casi había desaparecido. Continuó andando; no había un alma a quien poder salvar; en la calle no había nadie. De repente oyó un grito, salió corriendo hacia allí. Al llegar vio a un par de hombres robando a un matrimonio que tenían pinta de tener dinero. Se colocó detrás de ellos con los brazos en jarras. –Deteneos, malandrines –pensó que eso de malandrines no había quedado bien, pero ya estaba dicho. Los dos ladrones se giraron hacia él. – ¿Quién coño eres tú, Fumetaman? –Le gustó el nombre y sonrió un instante. –Sí, soy Fumetaman y soy vuestra perdición. –El otro ladrón comenzó a reírse mientras se acercaba a él con una navaja en la mano. –Te voy a hacer un siete en tu bonito disfraz, capitán capullo. –cuando el caco estaba a un metro de él miró hacia atrás para mirar a su compañero, momento en que aprovechó para darle una patada con su súper fuerza en los testículos. Esperaba haberle levantado un par de metros del suelo, pero verle revolcándose en el suelo también le valía. El otro chorizo llevaba en su mano derecha algo que brillo un momento, pensó que era otra navaja y se acerco hacia él. Cuando estaba llegando a su altura observó que lo que brillaba no era un cuchillo, sino una pistola. El ladrón le apuntó a la cabeza. –No te muevas o te pego un tiro –no le preocupaba que le disparase, pues si así era pararía la bala incluso con los dientes. Se acerco un par de pasos más. –No te muevas, cabrón.–No, no te muevas tú y tira el arma –dijo mirando al ratero a los ojos. Este con los nervios a flor de piel, apretó el gatillo. La bala rozo su brazo izquierdo. Se dio cuenta que al igual que para súperman la Kriptonita era su punto débil, para Fumetaman era el plomo disparado por pistolas, pero eso no le impediría hacer su trabajo. Con un rápido movimiento desato el látigo y lanzo un latigazo contra el brazo del ladrón haciéndole tirar la pistola al suelo. Se acerco a él con ira; el caco se asusto, comenzó a andar hacia atrás tropezando en un bordillo y dándose un golpe en la cabeza contra el paragolpes de un coche y quedándo inconsciente. No quería que acabase así, pero todo había acabado bien. Se volvió para que el matrimonio le agradeciese lo que había hecho por ellos, pero ya habían desaparecido. Hay un nuevo héroe en la ciudad; viste de negro con una hoja de marihuana en el pecho y dentro de la hoja una “F” pintada con rotulador; si necesitas ayuda; no lo dudes y llama a: “FUMETAMAN”.
Érase un corazón de trapo 3º y ultima Parte.
Érase una tarde más de monótona calma. Érase una habitación en un hospital, donde los últimos reflejos dorados de la tarde que atraviesan el cristal del ventanal, se entretienen en el techo jugando traviesos con las primeras sombras inquietas de la noche.Érase una niña en una cama encogida entre las sábanas. Tiene los ojos cerrados, está adormecida, pero no duerme. Piensa, dejando pasar el tiempo. Solo la acompañan sus recuerdos.Hace un rato que la dejaron en ese cuarto, uno de tantos. La trajeron de la unidad de vigilancia intjavascript:void(0)ensiva. Ya no está sondada, ya no parece una marioneta colgando de múltiples tubitos.La memoria se pierde recordando... Esta habituada a todo este trajín. A pesar de sus ochos años, ya es experta en carreras de uniformes blancos, verdes o azules..., con su cuerpo menudo y liviano volando siempre de acá para allá, cargada en unos u otros brazos. Y siempre, en todos sitios, al final del viaje, los gorros y las caras embozadas rodeándola y, sobre ellos, una luz cegadora.No llora ni se queja. Sabe que no le servirá de nada, después de un dolor vendrá otro y con ellos nuevas cicatrices. Poco a poco, sus sentimientos se fueron revistiendo de una coraza que la protege.Las sombras se apoderan lentamente de la estancia acompañando el reinado de la noche. La niña se gira hacia el contraluz de la ventana. Nota algo..., entreabre los párpados, son rendijas entre las cuales brillan curiosas dos estrellas verdes. Y se abren de par en par. ¡Hay un muñeco en la esquina del hueco del ventanal! Está sentado, la espalda apoyada en el cristal y los brazos en cruz. El corazón le da un brinco y, ella también salta fuera de la cama, pero gritando loca de alegría.-¡Trapillo! ¿Eres tú? ¡ Sí, bieeen!- A un palmo de él se detiene en seco. Se coloca brazos en jarra y con el ceño fruncido, casi pegada su nariz al rostro del muñeco le riñe.
-Dígame caballero dónde ha estado todo este tiempo. -Te dejé solo un momento en el balcón, mientras yo buscaba la merienda y cuando regresé ya no estabas… ¡Jooo!
-¡Eres un muñeco gamberro!-¿Sabes? Te voy dar un montón capones... y te voy..., te voy a dar un... Emocionada no puede continuar. Trapillo con el rostro más tiznado que nunca, la observa fijamente con sus ojos pícaros de mirada alegre y, su entrañable sonrisa. -...¡Te voy dar un montón de besos!- le dice entre sollozos, mientras le besa una y mil veces.Pletórica y feliz, gira y gira frenéticamente por la habitación, danzando en compañía de su amigo. La larga bata ya no se arrastra, ahora confundida con su larga melena, va dejando una estela de luces de colores, que iluminan la estancia con sus brillos. Por un momento, la noche deja de serlo y el tiempo confundido se detiene, siendo los protagonistas ajenos a su propia magia.
Con la sábana tapándoles la cabeza, dichosa la niña, aprieta con ternura la carita al cuerpo de su especial amigo. La voz, apenas es un murmullo, le narra entusiasmada, nuevas historias fantásticas y maravillosas.Ya no estará sola, ya no hay penas. Pero de sus ojos, dos lágrimas repletas de vida, se deslizan lentamente por las mejillas para terminar posándose en el pecho de Trapillo. En ese preciso momento, un corazón de trapo comienza de nuevo a latir...
-Dígame caballero dónde ha estado todo este tiempo. -Te dejé solo un momento en el balcón, mientras yo buscaba la merienda y cuando regresé ya no estabas… ¡Jooo!
-¡Eres un muñeco gamberro!-¿Sabes? Te voy dar un montón capones... y te voy..., te voy a dar un... Emocionada no puede continuar. Trapillo con el rostro más tiznado que nunca, la observa fijamente con sus ojos pícaros de mirada alegre y, su entrañable sonrisa. -...¡Te voy dar un montón de besos!- le dice entre sollozos, mientras le besa una y mil veces.Pletórica y feliz, gira y gira frenéticamente por la habitación, danzando en compañía de su amigo. La larga bata ya no se arrastra, ahora confundida con su larga melena, va dejando una estela de luces de colores, que iluminan la estancia con sus brillos. Por un momento, la noche deja de serlo y el tiempo confundido se detiene, siendo los protagonistas ajenos a su propia magia.
Con la sábana tapándoles la cabeza, dichosa la niña, aprieta con ternura la carita al cuerpo de su especial amigo. La voz, apenas es un murmullo, le narra entusiasmada, nuevas historias fantásticas y maravillosas.Ya no estará sola, ya no hay penas. Pero de sus ojos, dos lágrimas repletas de vida, se deslizan lentamente por las mejillas para terminar posándose en el pecho de Trapillo. En ese preciso momento, un corazón de trapo comienza de nuevo a latir...
martes, 26 de julio de 2011
Esto es lo que Siento...
Puedes llorar. Las lágrimas no demuestran ni debilidad ni amargura. La tristeza es un motivo secundario; puedes llorar por muchas razones, pero sonreír por muy pocas.De ahí que las personas prefieran reír a llorar. La primera puede causar la segunda, pero la segunda nunca a la primera. ¿Qué a que viene esto? No hay que ser un genio para darse cuenta de lo puta que es la vida. No; de lo putas que son algunas personas.Me resulta irritante el afán de la gente por machacarte una y otra vez. Su plan obsesivo por perseguirte hasta el límite y aislarte de manera que te sientas vacío y solo. Sumido en una oscuridad tan profunda que te deprima y te culpe a pesar de haber hecho lo que tenías que hacer. Es absurda la dependencia humana a los comentarios relacionados con el ámbito social, con el miedo al que dirán, con el miedo a pensamientos ajenos que no valen una mierda. Joder, estoy cansado de que me duelan las opiniones de personas a las que ni les van ni les vienen ni mis decisiones ni mis actos.Estoy harto de buscarles para dar explicaciones que no se merecen y no quieren escuchar. Por que entra en la naturaleza humana comportarse como una maldita hiena sedienta de algo de lo que reírse con un motivo absurdo y malintencionado. Por que es jodidamente denigrante y abrumador, y aun más vergonzoso, que a pesar de saber que no debe influir ni en tu rutina ni en tu conducta, no puedas evitarlo.Y lo peor, es darse cuenta demasiado tarde.
lunes, 25 de julio de 2011
Érase un corazón de trapo 2º Parte.
Érase ya, los años transcurriendo, generosos o tacaños. A veces raudos, como brillante estrella fugaz, dejando toda una suerte de colores en los corazones. Otras veces lentamente, como nube de invierno enredada entre las ramas del árbol de la vida, envolviéndola con su fría sombra.
Érase una niña que con el pasar del tiempo se fue transformando. Su cuerpo de chiquilla se convirtió en el de una agraciada y pizpireta joven. Siguió conservando la pureza de su infancia; la fantasía imaginativa, su traviesa locura y la sed crónica de nuevos conocimientos. Y siguió conservando por encima de todo, a su querido y especial amigo, el muñeco de trapo.
Con él iba a todos los lugares. No la importaban nada las preguntas de cejudos entrecejos ignorantes, ni los comentarios jocosos y malintencionados. Le pedía a su amigo, que no se preocupase, pues sabía que alimentando tales impertinencias, se encontraba detrás, la perversa bruja Necia Envidia. Para evitarla, tenía un antídoto infalible, basado en extracto de capones que se aplica en toda la cabeza. Con tal remedio, seguro que la mantendría lejos de ellos.
Leía y escribía con pasión y deleite. La encantaba sobre todas las cosas, llenar las hojas de su cuaderno de tapas verdes con sus narraciones y sus poemas. Sensaciones de angustia o felicidad, ideas cabales o descabelladas, historias reales o ficticias; todas iban tomando cuerpo en esas páginas. También le entusiasmaba regalar con sus escritos a todas las personas que tenía a su alrededor. Cualquier ocasión era un buen motivo para ello.
En compañía de su mejor amiga, su confidente y cómplice de aventuras y bromas, los fines de semana paseaban por la playa. Charlaban, discutían, se reían y se emocionaban juntas. Cada una acompañada de su correspondiente y dulce helado. Esa amiga importaba mucho para ella. Siempre la tuvo a su lado. En todo momento podía contar con su generoso cariño y su inquebrantable lealtad. También el muñeco participaba de esos largos paseos. La amiga, algunas veces, lo tomaba con su abrazo. La encantaba sentir los latidos de aquel corazón de trapo. Ella también era especial y podía sentirlos.
Está en el aeropuerto pendiente del control de pasajeros. El viaje la hace mucha ilusión, tiene el aliciente de ser la primera vez que viaja en avión. Nota algo extraño al pasar el escáner, su mochila es retenida. Un responsable del control, saca de ella al muñeco y lo palpa con precaución. Inmediatamente efectúa una llamada por el teléfono interno. Nadie la informaba. Unos minutos más tarde se persona un agente de la guardia civil y tras el saludo protocolario, la pide de forma educada, que le acompañe a un cuarto anexo. Allí, el muñeco, es de nuevo chequeado celosamente con varios artilugios. Angustiada, les pregunta el porqué de todo aquello, pero sigue sin obtener la mínima respuesta. De pronto y sin previo aviso, otro de los agentes con una especie de bisturí, abre de un solo tajo horizontal el pecho del muñeco, a continuación y despacio, retira el relleno de algodón. Están perplejos, ¡dentro no hay nada!
Ofendida, les ruega que la digan de una vez que ocurre. Uno de ellos, por fin, le explica..., se trata de una falsa alarma. La funcionara del escáner detectó, dentro del muñeco, una especie de tic-tac y temieron podía tratarse de una... - ¡Claro que sí..., es el latido de su corazón!- Le grita dolida, sin dejarle terminar y añade: –Si alguien me hubiese preguntado se lo habría dicho, no tiene nada de especial..., solamente es un corazón de trapo- Los dos agentes, se miran entre sí sorprendidos y después cariacontecidos, la devuelven el muñeco despanzurrado pidiéndola excusas.
Llorando, totalmente abatida, abandona la sala corriendo. La mochila colgando de una mano y en la otra, contra su pecho, él, hecho todo un gurruño. A los pocos metros, nota los latidos... Se para un instante, lo mira y después de besarle, grita dichosa: -¡Bieeen, yo te coseré...!
También ella fue abierta y cosida. Ahora reposaba en la impersonal y fría habitación de un hospital, acompañada del olor de las medicinas y del sonido quedo de los lamentos vecinos.
Habían comenzado a llamar a su puerta las molestias físicas un año antes, pero ella no quería saber nada de médicos, la sola idea la espantaba, no guardaba buenos recuerdos de su infancia al respecto. Además, se decía, nunca tenía tiempo para dedicárselo a sí misma. Su cabeza inquieta siempre era un hervidero de ideas y sueños que se materializaban en proyectos inmediatos. Las horas, la llevaban consigo volando sujeta de su mano cómplice, sin darla tregua alguna.
Pero el malestar, poco a poco, terminó ganándole la partida. Se convirtió en lacerante dolor y tuvo que sucumbir a la tiranía salvadora de la cirugía reparadora.
Lo más penoso afortunadamente ya había pasado. En menos de una semana tendría el alta hospitalaria. Trataba mientras, de combatir el hastío de la convalecencia con la lectura de la novela El Jarama, prototipo del “realismo mágico”, al que tan unida se sentía a través de sus propios escritos. Por las mañanas, procuraba también escribir, y plasmar las sensaciones de todo aquello que la rodeaba y especialmente las imágenes que la acompañaban en sus sueños y que al despertar compartía con su especial amigo de trapo.
Vistiendo la horrible bata hospitalaria, sentada sobre la cama y con la espalda apoyada en almohada, estaba inmersa en la escritura tecleando un nuevo relato. Una voz varonil dio los buenos días. Por el rabillo del ojo observó entrar a un enfermero, era la primera vez que lo veía. Levantó la vista del portátil y, le devolvió el saludo, adornado con una breve sonrisa. Pero algo se despertó dentro de ella, algo se le removió..., una sensación nueva y nada desagradable. La escritura se paralizó, las ideas se bloquearon y sus sentidos quedaron alerta.
El joven la estaba tomando la tensión, cuando instintivamente las miradas se cruzaron y unos ojos negros naufragaron sin remedio alguno, en una la inmensa y transparente verde mar. Una mar, que a su vez, sintió cómo el brillo de dos luceros la iluminaban, traspasando el oleaje de sus aguas, hasta ese día bravas...
-Qué estás escribiendo… ¿poemas?- Pregunto el joven de sopetón venciendo su timidez.
-Bueno..., a mí también me gusta escribir versos. Pero me temo que no valen mucho- añadió ruborizado, con una amplia sonrisa.
-Eso… ¿se lo dices a todas...?- Le contestó ella entre divertida y gamberra.
Solamente habían pasado cuatro días, pero era como si se conociesen de siempre. Él la visitaba mañana y tarde; incluso, al terminar su jornada laboral se quedaba haciéndola compañía. Los dos compartían con agrado, los escritos, las risas, las historias y de vez en cuando, también el roce de sus manos. Un roce, que sin ellos apenas darse cuenta, estaba calentando con el calor del cariño, dos almas amigas.
Por la noche como siempre, la sábana tapándoles la cabeza, ella risueña y mientras su dedo recorría la costura, le contaba a su querido muñeco las anécdotas del día y, le hablaba con entusiasmo de su encantador amigo, El muñeco a su vez, le respondía con el latir emocionado de su corazón de trapo.
Regresó a la habitación tras someterse al último chequeo. Estaba especialmente contenta, el día anterior, el médico la había comunicado, que en un par de días la daban el alta y podría abandonar la clínica. Su amigo, se ofreció obsequiosamente a llevarla devuelta a casa.
El corazón le dio un vuelco, el muñeco no estaba por ninguna parte de la habitación. Nadie en el control de planta tenía la menor idea del paradero. Las horas pasaban inexorables y su congoja iba en aumento; buscaba y preguntaba sin ningún éxito. A la noche, la encargada de la lavandería se presentó con él.
-Esta mañana, este travieso muñeco, debió esconderse entre las sábanas y las empleadas de la limpieza se lo llevaron sin darse cuenta- comentó en tono bromista.
-Pero aquí está, te lo traigo de nuevo contigo y como veras bien lavadito- añadió forzando una sonrisa.
Efectivamente, ya no tenía la cara sucia, su piel de trapo blanco, relucía inmaculada. Pero dos borrones ocupaban el lugar de sus alegres ojos, de su sonrisa radiante solo quedaban unos inconexos trazos deslavazados y su pelo ahora desteñido, estaba gris. Un presentimiento la embargó. Instintivamente apretó el muñeco fuertemente contra su pecho ¡no latía! Su corazón de trapo se había parado… Sintió una enorme tristeza, sintió como en ese preciso momento algo dentro de ella, un nexo mágico en el tiempo, se rompía irremediablemente para siempre.
Entre sollozos y abrazada a un corazón de trapo silencioso, el sueño reparador llega en su ayuda y arropándola la lleva consigo.
Ya estaba terminándose el desayuno, cuando por el teléfono móvil recibió la llamada del amigo. Dentro de una hora estaría con ella para recogerla y acompañarla a casa; la dicha de nuevo galopaba desbocada por sus venas. Sentada en el borde de la cama, con la bolsa de sus pertenencias a sus pies y su computadora portátil sobre las rodillas, la encontró el joven. Esta vez, son los besos quienes se cruzan con las miradas.
Tomados de la mano abandonan la estancia. Son dos jóvenes corazones pletóricos de vida, que compartiendo una misma ilusión, caminan cargados de futuro.
En una esquina..., sobre el alfeizar de la ventana doblado sobre si mismo, queda solitario un muñeco y, un viejo corazón de trapo ya en silencio.
Érase una niña que con el pasar del tiempo se fue transformando. Su cuerpo de chiquilla se convirtió en el de una agraciada y pizpireta joven. Siguió conservando la pureza de su infancia; la fantasía imaginativa, su traviesa locura y la sed crónica de nuevos conocimientos. Y siguió conservando por encima de todo, a su querido y especial amigo, el muñeco de trapo.
Con él iba a todos los lugares. No la importaban nada las preguntas de cejudos entrecejos ignorantes, ni los comentarios jocosos y malintencionados. Le pedía a su amigo, que no se preocupase, pues sabía que alimentando tales impertinencias, se encontraba detrás, la perversa bruja Necia Envidia. Para evitarla, tenía un antídoto infalible, basado en extracto de capones que se aplica en toda la cabeza. Con tal remedio, seguro que la mantendría lejos de ellos.
Leía y escribía con pasión y deleite. La encantaba sobre todas las cosas, llenar las hojas de su cuaderno de tapas verdes con sus narraciones y sus poemas. Sensaciones de angustia o felicidad, ideas cabales o descabelladas, historias reales o ficticias; todas iban tomando cuerpo en esas páginas. También le entusiasmaba regalar con sus escritos a todas las personas que tenía a su alrededor. Cualquier ocasión era un buen motivo para ello.
En compañía de su mejor amiga, su confidente y cómplice de aventuras y bromas, los fines de semana paseaban por la playa. Charlaban, discutían, se reían y se emocionaban juntas. Cada una acompañada de su correspondiente y dulce helado. Esa amiga importaba mucho para ella. Siempre la tuvo a su lado. En todo momento podía contar con su generoso cariño y su inquebrantable lealtad. También el muñeco participaba de esos largos paseos. La amiga, algunas veces, lo tomaba con su abrazo. La encantaba sentir los latidos de aquel corazón de trapo. Ella también era especial y podía sentirlos.
Está en el aeropuerto pendiente del control de pasajeros. El viaje la hace mucha ilusión, tiene el aliciente de ser la primera vez que viaja en avión. Nota algo extraño al pasar el escáner, su mochila es retenida. Un responsable del control, saca de ella al muñeco y lo palpa con precaución. Inmediatamente efectúa una llamada por el teléfono interno. Nadie la informaba. Unos minutos más tarde se persona un agente de la guardia civil y tras el saludo protocolario, la pide de forma educada, que le acompañe a un cuarto anexo. Allí, el muñeco, es de nuevo chequeado celosamente con varios artilugios. Angustiada, les pregunta el porqué de todo aquello, pero sigue sin obtener la mínima respuesta. De pronto y sin previo aviso, otro de los agentes con una especie de bisturí, abre de un solo tajo horizontal el pecho del muñeco, a continuación y despacio, retira el relleno de algodón. Están perplejos, ¡dentro no hay nada!
Ofendida, les ruega que la digan de una vez que ocurre. Uno de ellos, por fin, le explica..., se trata de una falsa alarma. La funcionara del escáner detectó, dentro del muñeco, una especie de tic-tac y temieron podía tratarse de una... - ¡Claro que sí..., es el latido de su corazón!- Le grita dolida, sin dejarle terminar y añade: –Si alguien me hubiese preguntado se lo habría dicho, no tiene nada de especial..., solamente es un corazón de trapo- Los dos agentes, se miran entre sí sorprendidos y después cariacontecidos, la devuelven el muñeco despanzurrado pidiéndola excusas.
Llorando, totalmente abatida, abandona la sala corriendo. La mochila colgando de una mano y en la otra, contra su pecho, él, hecho todo un gurruño. A los pocos metros, nota los latidos... Se para un instante, lo mira y después de besarle, grita dichosa: -¡Bieeen, yo te coseré...!
También ella fue abierta y cosida. Ahora reposaba en la impersonal y fría habitación de un hospital, acompañada del olor de las medicinas y del sonido quedo de los lamentos vecinos.
Habían comenzado a llamar a su puerta las molestias físicas un año antes, pero ella no quería saber nada de médicos, la sola idea la espantaba, no guardaba buenos recuerdos de su infancia al respecto. Además, se decía, nunca tenía tiempo para dedicárselo a sí misma. Su cabeza inquieta siempre era un hervidero de ideas y sueños que se materializaban en proyectos inmediatos. Las horas, la llevaban consigo volando sujeta de su mano cómplice, sin darla tregua alguna.
Pero el malestar, poco a poco, terminó ganándole la partida. Se convirtió en lacerante dolor y tuvo que sucumbir a la tiranía salvadora de la cirugía reparadora.
Lo más penoso afortunadamente ya había pasado. En menos de una semana tendría el alta hospitalaria. Trataba mientras, de combatir el hastío de la convalecencia con la lectura de la novela El Jarama, prototipo del “realismo mágico”, al que tan unida se sentía a través de sus propios escritos. Por las mañanas, procuraba también escribir, y plasmar las sensaciones de todo aquello que la rodeaba y especialmente las imágenes que la acompañaban en sus sueños y que al despertar compartía con su especial amigo de trapo.
Vistiendo la horrible bata hospitalaria, sentada sobre la cama y con la espalda apoyada en almohada, estaba inmersa en la escritura tecleando un nuevo relato. Una voz varonil dio los buenos días. Por el rabillo del ojo observó entrar a un enfermero, era la primera vez que lo veía. Levantó la vista del portátil y, le devolvió el saludo, adornado con una breve sonrisa. Pero algo se despertó dentro de ella, algo se le removió..., una sensación nueva y nada desagradable. La escritura se paralizó, las ideas se bloquearon y sus sentidos quedaron alerta.
El joven la estaba tomando la tensión, cuando instintivamente las miradas se cruzaron y unos ojos negros naufragaron sin remedio alguno, en una la inmensa y transparente verde mar. Una mar, que a su vez, sintió cómo el brillo de dos luceros la iluminaban, traspasando el oleaje de sus aguas, hasta ese día bravas...
-Qué estás escribiendo… ¿poemas?- Pregunto el joven de sopetón venciendo su timidez.
-Bueno..., a mí también me gusta escribir versos. Pero me temo que no valen mucho- añadió ruborizado, con una amplia sonrisa.
-Eso… ¿se lo dices a todas...?- Le contestó ella entre divertida y gamberra.
Solamente habían pasado cuatro días, pero era como si se conociesen de siempre. Él la visitaba mañana y tarde; incluso, al terminar su jornada laboral se quedaba haciéndola compañía. Los dos compartían con agrado, los escritos, las risas, las historias y de vez en cuando, también el roce de sus manos. Un roce, que sin ellos apenas darse cuenta, estaba calentando con el calor del cariño, dos almas amigas.
Por la noche como siempre, la sábana tapándoles la cabeza, ella risueña y mientras su dedo recorría la costura, le contaba a su querido muñeco las anécdotas del día y, le hablaba con entusiasmo de su encantador amigo, El muñeco a su vez, le respondía con el latir emocionado de su corazón de trapo.
Regresó a la habitación tras someterse al último chequeo. Estaba especialmente contenta, el día anterior, el médico la había comunicado, que en un par de días la daban el alta y podría abandonar la clínica. Su amigo, se ofreció obsequiosamente a llevarla devuelta a casa.
El corazón le dio un vuelco, el muñeco no estaba por ninguna parte de la habitación. Nadie en el control de planta tenía la menor idea del paradero. Las horas pasaban inexorables y su congoja iba en aumento; buscaba y preguntaba sin ningún éxito. A la noche, la encargada de la lavandería se presentó con él.
-Esta mañana, este travieso muñeco, debió esconderse entre las sábanas y las empleadas de la limpieza se lo llevaron sin darse cuenta- comentó en tono bromista.
-Pero aquí está, te lo traigo de nuevo contigo y como veras bien lavadito- añadió forzando una sonrisa.
Efectivamente, ya no tenía la cara sucia, su piel de trapo blanco, relucía inmaculada. Pero dos borrones ocupaban el lugar de sus alegres ojos, de su sonrisa radiante solo quedaban unos inconexos trazos deslavazados y su pelo ahora desteñido, estaba gris. Un presentimiento la embargó. Instintivamente apretó el muñeco fuertemente contra su pecho ¡no latía! Su corazón de trapo se había parado… Sintió una enorme tristeza, sintió como en ese preciso momento algo dentro de ella, un nexo mágico en el tiempo, se rompía irremediablemente para siempre.
Entre sollozos y abrazada a un corazón de trapo silencioso, el sueño reparador llega en su ayuda y arropándola la lleva consigo.
Ya estaba terminándose el desayuno, cuando por el teléfono móvil recibió la llamada del amigo. Dentro de una hora estaría con ella para recogerla y acompañarla a casa; la dicha de nuevo galopaba desbocada por sus venas. Sentada en el borde de la cama, con la bolsa de sus pertenencias a sus pies y su computadora portátil sobre las rodillas, la encontró el joven. Esta vez, son los besos quienes se cruzan con las miradas.
Tomados de la mano abandonan la estancia. Son dos jóvenes corazones pletóricos de vida, que compartiendo una misma ilusión, caminan cargados de futuro.
En una esquina..., sobre el alfeizar de la ventana doblado sobre si mismo, queda solitario un muñeco y, un viejo corazón de trapo ya en silencio.
jueves, 14 de julio de 2011
Érase un corazón de trapo 1º Parte.
Érase una tarde más de monótona calma. Érase de fondo el sonido de una televisión repitiendo anuncios comerciales. Érase una cocina donde se escucha el acostumbrado trajín de una madre preparando la cena.Érase una niña con el ceño fruncido sobre la mesa del comedor, dibujando figuras fantásticas con sus lápices de colores Alpino.
De pronto, sintió un leve golpe en el balcón. Levantó la cabeza y apartando del rostro un rebelde mechón castaño, permaneció unos segundos quieta y alerta, después lentamente, se aproximó a la puerta y, curiosa, miró al exterior a través del cristal.Asombrada, vio colgando sobre la barandilla de la balaustrada, a un muñeco de trapo blanco panza arriba, los brazos y las piernas separados del cuerpo. Abrió la puerta de la terraza y sin apartar en un solo momento la mirada, se acercó a él, después, sigilosa, miró hacia arriba comprobando que no había nadie asomado. Quedó espectadora unos minutos que le parecieron una eternidad. Súbitamente lo tomó y, rauda, corrió alborozada apretándolo contra su pecho.Ya en su cuarto, más tranquila, lo separó de sí despacio y, con los brazos extendidos lo contempló con detenimiento. Tenía la cara tiznada, sucia…, pero también tenía en su rostro, pintados con rotulador, unos preciosos ojos pícaros de mirada alegre y, una risueña sonrisa que le pareció entrañable. El pelo de punta, estaba formado por un puñado de cordones de algodón gruesos y negros
-Hola... ¿Cómo te llamas...? ¿De dónde vienes...? ¿Llegaste volando...? ¿No me lo quieres decir...?
Sentándose sobre la cama, aproximó el rostro del muñeco al suyo. Sus ojos esmeraldas brillaron inteligentes a través de los párpados rasgados. Miró fijamente aquellos ojitos risueños que a su vez, la miraban a ella...
-¿Sabes...? no me importa de dónde vengas; Ahora, estás aquí, conmigo ¿Quieres ser mi amigo? Bueno..., es que no tengo muchos... ¿Sí quieres...? ¡bieeen! A partir de ahora yo te cuidaré..., mejor…, nos cuidaremos... ¡Vale! Serás mi amigo, un amigo de trapo muy especial.Tiernamente lo abrazo contra su pecho. Pegó su rostro a la cabeza del muñeco... En ese preciso momento, la niña sorprendida, sintió el latir contento de un corazón de trapo. Y dos corazones felices, se entrelazaron acompasadamente, compartiéndose.
Ella, siempre lo llevaba a todas partes consigo; unas veces abrazado a su cuerpo y otras, cuando iba al colegio, en su mochila junto a los cuadernos, los lapiceros, el sacapuntas y el bocata.
Por las noches lo metía en la cama con ella y, mientras le peinaba los cabellos con sus dedos, le habla de la escuela, de la “profe” y, riéndose, de ese compañero bruto en su clase, que intentaba gastarla bromas pesadas, pero al final, era él quien salía escarmentado.
La madre, no faltaba nunca a la cita con sus besos de buenas noches; uno para ella y otro para su especial amigo. Se quedaba un rato sentada en el borde de la cama, contemplándoles sonriente. No se explicaba qué podía ver su hija en un muñeco tan simplón.
Con la sábana tapándoles la cabeza, la niña narraba cuentos fabulosos, que ella misma se inventaba para cada ocasión. Le relataba apasionadas historias sobre un lugar de mágicos colores y sabores. Allí campean a sus anchas, las princesas gamberrillas, los caballeros sin escudo ni espada. Dragones gruñones voladores sin fuego. Hadas que reparten helados y capones con sus varitas mágicas. Brujillas traviesas que vuelan a lomos de aspiradoras eléctricas. Magas vagas y picaronas. Musas loquillas, que a la carrerilla inspiran cuentos divertidos en los sueños perdidos. Castillos de chocolate sobre nubes de algodón. Montañas de caramelo, paisajes invernarles cubiertos helados de nata con calabaza. Y, del mar… sobre todo del mar y, de las olas que con su continuo vaivén besan juguetonas la playa, dejando maravillosos regalos que traen desde su mundo profundo, llevándose consigo los castillos de arena que los niños les ofrecen. Mientras ella hablaba y hablaba, contándole tales historias, el corazón de trapo del muñeco, gozoso de felicidad, latía cada vez con más intensidad. La niña poco a poco, iba adormeciéndose plácidamente acompañada con ese monótono sonido y el susurro de su propia voz.
De pronto, sintió un leve golpe en el balcón. Levantó la cabeza y apartando del rostro un rebelde mechón castaño, permaneció unos segundos quieta y alerta, después lentamente, se aproximó a la puerta y, curiosa, miró al exterior a través del cristal.Asombrada, vio colgando sobre la barandilla de la balaustrada, a un muñeco de trapo blanco panza arriba, los brazos y las piernas separados del cuerpo. Abrió la puerta de la terraza y sin apartar en un solo momento la mirada, se acercó a él, después, sigilosa, miró hacia arriba comprobando que no había nadie asomado. Quedó espectadora unos minutos que le parecieron una eternidad. Súbitamente lo tomó y, rauda, corrió alborozada apretándolo contra su pecho.Ya en su cuarto, más tranquila, lo separó de sí despacio y, con los brazos extendidos lo contempló con detenimiento. Tenía la cara tiznada, sucia…, pero también tenía en su rostro, pintados con rotulador, unos preciosos ojos pícaros de mirada alegre y, una risueña sonrisa que le pareció entrañable. El pelo de punta, estaba formado por un puñado de cordones de algodón gruesos y negros
-Hola... ¿Cómo te llamas...? ¿De dónde vienes...? ¿Llegaste volando...? ¿No me lo quieres decir...?
Sentándose sobre la cama, aproximó el rostro del muñeco al suyo. Sus ojos esmeraldas brillaron inteligentes a través de los párpados rasgados. Miró fijamente aquellos ojitos risueños que a su vez, la miraban a ella...
-¿Sabes...? no me importa de dónde vengas; Ahora, estás aquí, conmigo ¿Quieres ser mi amigo? Bueno..., es que no tengo muchos... ¿Sí quieres...? ¡bieeen! A partir de ahora yo te cuidaré..., mejor…, nos cuidaremos... ¡Vale! Serás mi amigo, un amigo de trapo muy especial.Tiernamente lo abrazo contra su pecho. Pegó su rostro a la cabeza del muñeco... En ese preciso momento, la niña sorprendida, sintió el latir contento de un corazón de trapo. Y dos corazones felices, se entrelazaron acompasadamente, compartiéndose.
Ella, siempre lo llevaba a todas partes consigo; unas veces abrazado a su cuerpo y otras, cuando iba al colegio, en su mochila junto a los cuadernos, los lapiceros, el sacapuntas y el bocata.
Por las noches lo metía en la cama con ella y, mientras le peinaba los cabellos con sus dedos, le habla de la escuela, de la “profe” y, riéndose, de ese compañero bruto en su clase, que intentaba gastarla bromas pesadas, pero al final, era él quien salía escarmentado.
La madre, no faltaba nunca a la cita con sus besos de buenas noches; uno para ella y otro para su especial amigo. Se quedaba un rato sentada en el borde de la cama, contemplándoles sonriente. No se explicaba qué podía ver su hija en un muñeco tan simplón.
Con la sábana tapándoles la cabeza, la niña narraba cuentos fabulosos, que ella misma se inventaba para cada ocasión. Le relataba apasionadas historias sobre un lugar de mágicos colores y sabores. Allí campean a sus anchas, las princesas gamberrillas, los caballeros sin escudo ni espada. Dragones gruñones voladores sin fuego. Hadas que reparten helados y capones con sus varitas mágicas. Brujillas traviesas que vuelan a lomos de aspiradoras eléctricas. Magas vagas y picaronas. Musas loquillas, que a la carrerilla inspiran cuentos divertidos en los sueños perdidos. Castillos de chocolate sobre nubes de algodón. Montañas de caramelo, paisajes invernarles cubiertos helados de nata con calabaza. Y, del mar… sobre todo del mar y, de las olas que con su continuo vaivén besan juguetonas la playa, dejando maravillosos regalos que traen desde su mundo profundo, llevándose consigo los castillos de arena que los niños les ofrecen. Mientras ella hablaba y hablaba, contándole tales historias, el corazón de trapo del muñeco, gozoso de felicidad, latía cada vez con más intensidad. La niña poco a poco, iba adormeciéndose plácidamente acompañada con ese monótono sonido y el susurro de su propia voz.
miércoles, 13 de julio de 2011
Esperpento Fantástico...
Últimamente la fantasía está de baja caída. Por lo tanto, tengo que buscarme un rinconcito donde estar, sin nada más que mi poder de imaginación. No era un lugar muy amplio, ni con mucha luz, no nos vayamos a engañar, pero era mi pequeño reino, mi cueva de historias de todo tipo, de esas que se cuentan en las hogueras una noche de acampada.
Allí, en aquel tétrico lugar, estaban mis mascotas, los títeres de mis historias. Yo, les tenía mucho cariño. Con algunos, como la vampira Elizabeth, me reía y emociona. Es lo bueno de la imaginación, nos podemos diseñar nuestro mundo.
Ella, la vampira, se sentó junto a mi lado. Sus colmillos brillaban, eso quería decir que venía con alguna treta para que la consiguiera algo; sabía que era de mis protagonistas favoritas y con ese favoritismo intento jugar conmigo para obtener un beneficio, como un tramposo jugando con un as en la manga, cosa poco rara de una chupasangres. Pero esta vez fue directa, en vez de ir con rodeos como siempre.
-¿Me puedes hacer, imaginar o lo que sea, un amante, un chico…? Tipo Crepúsculo… Joder, todos los vampiros tienen más suerte que yo, siempre tengo que salir por patas, me dan de palos y el chico es un enemigo o nos separamos… Yo quiero esas cursiladas… como tú la llamas…
-Pero tú no eres de ésas… A mí…
-YO, yo, yo… Egocéntrico-Dijo en un tono burlón-. Pero no es cosa tuya… Porfa… Lo que sea… —Dijo, poniendo una cara de cordero degollado.
-Tú eres…
-De tu imaginación. Sí, lo sé…. –Dijo en un tono seco y enfadado.
-Sabes que odio esas cosas. Yo creía que no eras de esas. No te imagine así, y , por tanto, no debieras… serlo.
Me desembaracé de la chupasangre detective y otros papeles secundarios combinados a su peculiar ser. Vi a la “enamorada”. Estaba al lado de un pequeño jardín. Allí, ella olía las flores de ese magnífico Edén de la flora, con lirios, rosas, jazmines y otras flores que decoraban ese oscuro cuartito de mi imaginación. Me acerqué hasta allí y cogí una rosa roja. Hice ademán de dársela, pero ella no la cogió. Y me dijo:
-¿ Me puedes enviar otra vez con el chico ese?
Me resigne, hasta en mi imaginación me rechazaba. A todas las enamoradas les gustaban los rubios teñidos o , en todo caso, en el moreno teñido de rubio y, encima, con pintas de pijodiscotequeros estúpidos y cobardes. Y, sin más, la dije:
-Sí, claro. –La dije en un tono gruñón, como un gruñido de un perro al cual le han lastimado la pata por jugar con él.
Miré hacia atrás. Elisabeth ya venía, otra vez, hacia mí. Unos gnomos… ¿Qué hacían los malditos gnomos? ¿Qué eran esas cosas? ¡Carteles de protesta, joder!. Luego, un gigante portero de una discoteca mágica utópica entre la fantasía bíblica y la ciencia ficción que estaba llorando. Una hada furibunda… ¡¿Una hada furibunda?! ¡Joder! ¡Pero si iba a ser la protagonista de una historia para una niña de unos 11 años!
Fui corriendo hasta la encimera de operaciones, allí era donde creaba mis personajes, al estilo Frankestein. Mis pequeños monstruos. ¿Estaría muerta?
-No está muerta… Es que… tenía sed… y, bueno… -Dijo entrecortada mi amiga sedienta siempre de sangre, la vampira Elisabeth, la cual parecía haberse cargado un buen personaje para una historia.
-¡Elisabeth! Me cago en tu…
-Lo siento… Gafes del oficio, ya sabes, la sed hace que hagamos cosas extrañas, como ver espejismos en el desierto…
Mientras discutíamos, la hada se levantó, como Jesús al tercer día de su muerte. Sedienta de sangre mágica, intentó inútilmente, con sus poderes mágicos, hipnotizarme para chuparme la sangre, y fallido el primer intento, directamente, se lanzó a mi cuello para también fallar. Todas esas cosas no funcionaban, porque yo era el creador de todo eso. Y la dije:
-No puedes, eres producto de mi imaginación, y eres esclava de ella.
-Ja. Tú eres un dios –Dijo Elisabeth-, pero nos podemos rebelar… Imagínate, una buena migraña y hala… No eres omnipotente...
-Mira como lo soy, puedo crear cualquier historia. ¿Por cierto, es una amenaza?
-Vale, vale, morenito morito…
-Vas a ver… Hablando de moros… Vas a hacer hoy una historia… en el desierto…montando… en un camello –buena idea… me dije a mi mismo—.
-Pero…
No pudo hablar, la historia pronto se materializo. Y la historia comenzó.
“Elisabeth iba en un camello por el desierto. Los granos de arena, transportados por el viento, no la dejaban ver. Pero, aún así, espoleaba a su camello. Más y más. No quería parar. Debía seguir. Y gritaba: “Corcel, corre, corre, corre como si fueras el mismo viento del desierto. Debemos llegar hasta Jerusalén”
Sedienta de sangre, abatida como si fuera producto de un poema de Lorca, corrió y corrió en ese camello.”
De pronto la historia se paró. Y Elisabeth me gritó:
-Eh, tú, no seas tan dramático. Los vampiros aguantamos más que los humanos cuando tienen sed…
-Vale, vale.
-Ah… Vamos.
Y la historia prosiguió.
“Elisabeth siguió espoleando a su camello. Cogiendo su cimitarra, robada a un sangriento sarraceno, gritó: “Por la sangre, mi diosa”. Ella continuó espoleando más y más a su camello hasta que tropezaron con un tesoro.
Bajó del camello. La curiosidad la estaba comiendo y su corazón latía intermitentemente. Y, de pronto, corrió hasta el tesoro y se lanzó hacia él como una lagartija a su escondite.”
La historia volvió a quedar estática, como una escena parada de una película.
-Bueno… Qué soy de sangre caliente, pero… compararme con una lagartija… No me gusta esa comparación. ¿Seguimos la historia?
-Sí, sí, claro, vamos…
“Allí, en ese desierto increíble, estaba Elisabeth, ante el tesoro. Escarbo en la arena y encontró una caja dorada. Se preguntó, intrigada por ese pequeño reliquiario, qué habría ahí dentro. Podía ser un genio, con sus tres deseos… ¡o más!, aunque hubiera preferido unas gotitas de sangre. Era así de sencilla. Pero el oro estaría bien. Muy pero que muy bien.
Abrió la caja. Lentamente, sin prisas de ningún tipo, había tiempo de sobra. Y, de esa caja, se encontró con las ocho bolas con sus estrellas características. Las bolas…”
-No me jodas… Esto es de Bola de Dragón. Dragon Ball.
-Sí. ¿algún problema? Anda, tráelas hasta aquí.
-Valeeee…. –Dijo con tono pedante.
De pronto, apareció de un portal. Estaba cargada con las ocho bolas de dragón.
-Vaya imaginación la tuya… -Dijo con sarna.
-Bueno… por lo menos, es la mía.
-Ya… ¿Por lo menos me podías ayudar? ¿No?
-Tú eres…
No era posible. Todos mis personajes me rodeaban y gritaban, excepto Elisabeth. Los gnomos con unos carteles de protesta. El gigante portero de discoteca estaba deprimido por haberse peleado y perdido contra David, el pijodiscotequero, el cual había enamorado a “la enamorada” y, en ese momento, él y la “enamorada” se habían largado juntos. La hada mordiendo a un gremlín. ¡A un gremlín! ¡No! Se tiró a una piscina y salieron un montón de los suyos… ¡Y encima Elisabeth estaba riéndose, mientras dejaba las bolas de dragón!
David salió de los baños con la enamorada. Rodeado de ese horror cercano a un espectáculo circe, me estaba volviendo loco. ¡Loco! No podía más. Estaba harto. Ese esperpento debía acabar. Todos, liderados por el puto David de los cojones, ese judío ególatra, se habían rebelado contra mí. Y grité:
-¡Todos… Si lucháis conmigo, os liberaré! ¡Por mí!
Casi todos se me unieron y , provocando una guerra civil tan imaginaria como todos esos locos, me lancé contra David y todos esos rebeldes, a los cuales dirigía el muy mamón de una manera estúpida. Los gremlins y la hada vampira atacaron por centro, como peones de ajedrez. Mientras, Goliath, el gigante, atacó por el flanco izquierdo, y Elizabeth y yo, mano a mano, luchamos en el lado derecho de ese combate de Fantasía. Al final, los conseguimos vencer. Derrotados estos, me vengué de David matándolo, de mi imaginación, y, a la vez, lanzando un poco de mi ira hacia ese ser imaginario. Me encanta mi imaginación.
Luego, para rematar, engañados mis personajes, encerramos a la mayoría en el tártaro del olvido de mi imaginación con la ayuda, siempre de mi lado, de Elisabeth, Goliath, ya vengado el pobre, y mi ejercito de querubines de la sangre, los Gremlíns, y hadas vampiras. Por fin, me había deshecho de ese esperpento de la cabeza. Y ya pude liberarme de esa tenaza provocada por esos rebeldes anarquistas de mi imaginación, en la cual debe siempre haber orden y no la típica anarquía. Mi cabeza se liberó, y es que mi imaginación era como mi vida, un total increíble esperpento.
Allí, en aquel tétrico lugar, estaban mis mascotas, los títeres de mis historias. Yo, les tenía mucho cariño. Con algunos, como la vampira Elizabeth, me reía y emociona. Es lo bueno de la imaginación, nos podemos diseñar nuestro mundo.
Ella, la vampira, se sentó junto a mi lado. Sus colmillos brillaban, eso quería decir que venía con alguna treta para que la consiguiera algo; sabía que era de mis protagonistas favoritas y con ese favoritismo intento jugar conmigo para obtener un beneficio, como un tramposo jugando con un as en la manga, cosa poco rara de una chupasangres. Pero esta vez fue directa, en vez de ir con rodeos como siempre.
-¿Me puedes hacer, imaginar o lo que sea, un amante, un chico…? Tipo Crepúsculo… Joder, todos los vampiros tienen más suerte que yo, siempre tengo que salir por patas, me dan de palos y el chico es un enemigo o nos separamos… Yo quiero esas cursiladas… como tú la llamas…
-Pero tú no eres de ésas… A mí…
-YO, yo, yo… Egocéntrico-Dijo en un tono burlón-. Pero no es cosa tuya… Porfa… Lo que sea… —Dijo, poniendo una cara de cordero degollado.
-Tú eres…
-De tu imaginación. Sí, lo sé…. –Dijo en un tono seco y enfadado.
-Sabes que odio esas cosas. Yo creía que no eras de esas. No te imagine así, y , por tanto, no debieras… serlo.
Me desembaracé de la chupasangre detective y otros papeles secundarios combinados a su peculiar ser. Vi a la “enamorada”. Estaba al lado de un pequeño jardín. Allí, ella olía las flores de ese magnífico Edén de la flora, con lirios, rosas, jazmines y otras flores que decoraban ese oscuro cuartito de mi imaginación. Me acerqué hasta allí y cogí una rosa roja. Hice ademán de dársela, pero ella no la cogió. Y me dijo:
-¿ Me puedes enviar otra vez con el chico ese?
Me resigne, hasta en mi imaginación me rechazaba. A todas las enamoradas les gustaban los rubios teñidos o , en todo caso, en el moreno teñido de rubio y, encima, con pintas de pijodiscotequeros estúpidos y cobardes. Y, sin más, la dije:
-Sí, claro. –La dije en un tono gruñón, como un gruñido de un perro al cual le han lastimado la pata por jugar con él.
Miré hacia atrás. Elisabeth ya venía, otra vez, hacia mí. Unos gnomos… ¿Qué hacían los malditos gnomos? ¿Qué eran esas cosas? ¡Carteles de protesta, joder!. Luego, un gigante portero de una discoteca mágica utópica entre la fantasía bíblica y la ciencia ficción que estaba llorando. Una hada furibunda… ¡¿Una hada furibunda?! ¡Joder! ¡Pero si iba a ser la protagonista de una historia para una niña de unos 11 años!
Fui corriendo hasta la encimera de operaciones, allí era donde creaba mis personajes, al estilo Frankestein. Mis pequeños monstruos. ¿Estaría muerta?
-No está muerta… Es que… tenía sed… y, bueno… -Dijo entrecortada mi amiga sedienta siempre de sangre, la vampira Elisabeth, la cual parecía haberse cargado un buen personaje para una historia.
-¡Elisabeth! Me cago en tu…
-Lo siento… Gafes del oficio, ya sabes, la sed hace que hagamos cosas extrañas, como ver espejismos en el desierto…
Mientras discutíamos, la hada se levantó, como Jesús al tercer día de su muerte. Sedienta de sangre mágica, intentó inútilmente, con sus poderes mágicos, hipnotizarme para chuparme la sangre, y fallido el primer intento, directamente, se lanzó a mi cuello para también fallar. Todas esas cosas no funcionaban, porque yo era el creador de todo eso. Y la dije:
-No puedes, eres producto de mi imaginación, y eres esclava de ella.
-Ja. Tú eres un dios –Dijo Elisabeth-, pero nos podemos rebelar… Imagínate, una buena migraña y hala… No eres omnipotente...
-Mira como lo soy, puedo crear cualquier historia. ¿Por cierto, es una amenaza?
-Vale, vale, morenito morito…
-Vas a ver… Hablando de moros… Vas a hacer hoy una historia… en el desierto…montando… en un camello –buena idea… me dije a mi mismo—.
-Pero…
No pudo hablar, la historia pronto se materializo. Y la historia comenzó.
“Elisabeth iba en un camello por el desierto. Los granos de arena, transportados por el viento, no la dejaban ver. Pero, aún así, espoleaba a su camello. Más y más. No quería parar. Debía seguir. Y gritaba: “Corcel, corre, corre, corre como si fueras el mismo viento del desierto. Debemos llegar hasta Jerusalén”
Sedienta de sangre, abatida como si fuera producto de un poema de Lorca, corrió y corrió en ese camello.”
De pronto la historia se paró. Y Elisabeth me gritó:
-Eh, tú, no seas tan dramático. Los vampiros aguantamos más que los humanos cuando tienen sed…
-Vale, vale.
-Ah… Vamos.
Y la historia prosiguió.
“Elisabeth siguió espoleando a su camello. Cogiendo su cimitarra, robada a un sangriento sarraceno, gritó: “Por la sangre, mi diosa”. Ella continuó espoleando más y más a su camello hasta que tropezaron con un tesoro.
Bajó del camello. La curiosidad la estaba comiendo y su corazón latía intermitentemente. Y, de pronto, corrió hasta el tesoro y se lanzó hacia él como una lagartija a su escondite.”
La historia volvió a quedar estática, como una escena parada de una película.
-Bueno… Qué soy de sangre caliente, pero… compararme con una lagartija… No me gusta esa comparación. ¿Seguimos la historia?
-Sí, sí, claro, vamos…
“Allí, en ese desierto increíble, estaba Elisabeth, ante el tesoro. Escarbo en la arena y encontró una caja dorada. Se preguntó, intrigada por ese pequeño reliquiario, qué habría ahí dentro. Podía ser un genio, con sus tres deseos… ¡o más!, aunque hubiera preferido unas gotitas de sangre. Era así de sencilla. Pero el oro estaría bien. Muy pero que muy bien.
Abrió la caja. Lentamente, sin prisas de ningún tipo, había tiempo de sobra. Y, de esa caja, se encontró con las ocho bolas con sus estrellas características. Las bolas…”
-No me jodas… Esto es de Bola de Dragón. Dragon Ball.
-Sí. ¿algún problema? Anda, tráelas hasta aquí.
-Valeeee…. –Dijo con tono pedante.
De pronto, apareció de un portal. Estaba cargada con las ocho bolas de dragón.
-Vaya imaginación la tuya… -Dijo con sarna.
-Bueno… por lo menos, es la mía.
-Ya… ¿Por lo menos me podías ayudar? ¿No?
-Tú eres…
No era posible. Todos mis personajes me rodeaban y gritaban, excepto Elisabeth. Los gnomos con unos carteles de protesta. El gigante portero de discoteca estaba deprimido por haberse peleado y perdido contra David, el pijodiscotequero, el cual había enamorado a “la enamorada” y, en ese momento, él y la “enamorada” se habían largado juntos. La hada mordiendo a un gremlín. ¡A un gremlín! ¡No! Se tiró a una piscina y salieron un montón de los suyos… ¡Y encima Elisabeth estaba riéndose, mientras dejaba las bolas de dragón!
David salió de los baños con la enamorada. Rodeado de ese horror cercano a un espectáculo circe, me estaba volviendo loco. ¡Loco! No podía más. Estaba harto. Ese esperpento debía acabar. Todos, liderados por el puto David de los cojones, ese judío ególatra, se habían rebelado contra mí. Y grité:
-¡Todos… Si lucháis conmigo, os liberaré! ¡Por mí!
Casi todos se me unieron y , provocando una guerra civil tan imaginaria como todos esos locos, me lancé contra David y todos esos rebeldes, a los cuales dirigía el muy mamón de una manera estúpida. Los gremlins y la hada vampira atacaron por centro, como peones de ajedrez. Mientras, Goliath, el gigante, atacó por el flanco izquierdo, y Elizabeth y yo, mano a mano, luchamos en el lado derecho de ese combate de Fantasía. Al final, los conseguimos vencer. Derrotados estos, me vengué de David matándolo, de mi imaginación, y, a la vez, lanzando un poco de mi ira hacia ese ser imaginario. Me encanta mi imaginación.
Luego, para rematar, engañados mis personajes, encerramos a la mayoría en el tártaro del olvido de mi imaginación con la ayuda, siempre de mi lado, de Elisabeth, Goliath, ya vengado el pobre, y mi ejercito de querubines de la sangre, los Gremlíns, y hadas vampiras. Por fin, me había deshecho de ese esperpento de la cabeza. Y ya pude liberarme de esa tenaza provocada por esos rebeldes anarquistas de mi imaginación, en la cual debe siempre haber orden y no la típica anarquía. Mi cabeza se liberó, y es que mi imaginación era como mi vida, un total increíble esperpento.
martes, 21 de junio de 2011
Mi Ignorancia...
Yo no sé el por qué de las ilusiones, esas que se evaporan cuando comprendes que la pérdida es siempre el resultado de la medida de lo irreal, que basta parar en el camino para de nuevo estar en el centro de otro lugar, en ese "tu sitio" tan lejos de lo soñado, donde te encuentras contigo mismo y te das cuenta que no hay nada más allá.
Yo no sé de los designios de la humanidad, veo que su verdad se vicia en las creencias que acribillan la naturaleza de su hermandad, y al amor se le ha sumado un apellido que le resta esencia al actuar. Está devaluada la complicidad que diferencía el instinto animal del orgullo social. Y caemos en el insulto, ese que escupe el adulto y lo porta el niño en su orfandad ¿Cuántas almas vale un arma? Si tan solo las lágrimas pudieran devolver la vida y no ser la mortaja que baja por el rostro del impotente, al final.
La felicidad de alguien no vale la pena de otro, ningún ser humano por encima o debajo de otro; pero en el reino del egoista el aplauso del siervo es la miseria extendida.
Sé que un momento cuenta una vida, esa que entre un día perdido y una noche escondida narra la melodía de un milagro a manos del más ingenuo mortal; sé que la coincidencia del espacio y tiempo es la secuencia exacta de la conciencia que sacude y descubre el velo que cubre la intención más escondida de Dios; y que aquel sueño incumplido que descansa en la tumba del desconocido, es la gloria interna que aguerrida luchó por sus motivos y de alguna forma se portó en la faz del valiente vencido.
Sé que el pensamiento es tan inestable como una gota que pende de una hoja azotada por el viento, y entre lo que escribo y lo que leo, lo único que permance intacto es este sentimento de contrariedad.
Yo no sé de los designios de la humanidad, veo que su verdad se vicia en las creencias que acribillan la naturaleza de su hermandad, y al amor se le ha sumado un apellido que le resta esencia al actuar. Está devaluada la complicidad que diferencía el instinto animal del orgullo social. Y caemos en el insulto, ese que escupe el adulto y lo porta el niño en su orfandad ¿Cuántas almas vale un arma? Si tan solo las lágrimas pudieran devolver la vida y no ser la mortaja que baja por el rostro del impotente, al final.
La felicidad de alguien no vale la pena de otro, ningún ser humano por encima o debajo de otro; pero en el reino del egoista el aplauso del siervo es la miseria extendida.
Sé que un momento cuenta una vida, esa que entre un día perdido y una noche escondida narra la melodía de un milagro a manos del más ingenuo mortal; sé que la coincidencia del espacio y tiempo es la secuencia exacta de la conciencia que sacude y descubre el velo que cubre la intención más escondida de Dios; y que aquel sueño incumplido que descansa en la tumba del desconocido, es la gloria interna que aguerrida luchó por sus motivos y de alguna forma se portó en la faz del valiente vencido.
Sé que el pensamiento es tan inestable como una gota que pende de una hoja azotada por el viento, y entre lo que escribo y lo que leo, lo único que permance intacto es este sentimento de contrariedad.
viernes, 27 de mayo de 2011
Carta a un Espejo.
Que suerte tener cómplices, aliados, amigos. Que suerte cuando son tan buenos consejeros que pueden dibujar un pequeño sendero que para mí antes no existía, comparten su mente, me enseñan otros modos de escapar o plantar cara a situaciones de la vida. Cuando la noche más aterradora comienza a aparecer tras el desvanecimiento del sol me gusta mirar al cielo, me gusta mirar porque sé que siempre están, han estado desde el comienzo de los tiempos y ahí permanecen imperecederos. Siempre que puedo me gusta mirar al cielo porque sé que tú siempre estás ahí, eres la estrella del norte, la estrella que me guía. Son muchas las veces que intento alcanzarte pero no lo consigo, pero no ceso en mi intento y me vuelvo a levantar. Somos a veces pienso que una simple concentración de la suma de las esencias de cada una de las personas que no rodea, que nos habla, que nos mira, que nos hace sentir que existimos, mediante dolor o felicidad, la cara y la cruz que a veces están tan cerca, ¿Destinados a entendernos o a desentendernos?, pero destinados igualmente, a dar vueltas y vernos las caras una y otra vez. ¿Y quiénes somos sino, los unos sin los otros? Anónimos eternos simplemente…A veces me siento y pienso: ¿Qué agradable es tener dibujada una sonrisa en la cara? , esa misma cara que se afeaba con una sonrisa invertida. Uno se puede reír de la gente, de una situación, de sí mismo, y lo mejor es que dicen que es sano, Todos los años en la penumbra se borran en un instante, Tal vez aun no sea hora de mirarse al espejo, pero sí de reflejarse en todo lo que uno ve, siempre manteniendo esa finísima película transparente que nos hace individuos, piezas únicas del engranaje que hace mover todo esto, La sonrisa que hoy he visto, probablemente sea gracias a ti….
jueves, 12 de mayo de 2011
LA VIDA A VECES...
La vida a veces es tan breve
y tan completa que un minuto
-cuando me dejo y tú te dejasva
más aprisa y dura mucho.
La vida a veces es más rica.
y nos convida a los dos juntos
a su palacio, entre semana,
o los domingos a dar tumbos.
La vida entonces, ya se cuenta
por unidades de amor tuyo,
tan diminutas que se olvidan
en lo feliz, en lo confuso.
La vida a veces es muy poco
y tan Intensa -si es tu gusto...
Hasta el dolor que tú me haces
da otro sentido a ser del mundo.
La vida, luego, ya es nosotros
hasta el extremo más inmundo.
Porque quererse es un castigo
y es un abismo vivir juntos.
y tan completa que un minuto
-cuando me dejo y tú te dejasva
más aprisa y dura mucho.
La vida a veces es más rica.
y nos convida a los dos juntos
a su palacio, entre semana,
o los domingos a dar tumbos.
La vida entonces, ya se cuenta
por unidades de amor tuyo,
tan diminutas que se olvidan
en lo feliz, en lo confuso.
La vida a veces es muy poco
y tan Intensa -si es tu gusto...
Hasta el dolor que tú me haces
da otro sentido a ser del mundo.
La vida, luego, ya es nosotros
hasta el extremo más inmundo.
Porque quererse es un castigo
y es un abismo vivir juntos.
martes, 10 de mayo de 2011
Sueño de una Bonita noche de primavera...
Hoy, al despertar, pensé que te encontraría en el cruce del tiempo y del espacio, con tu hermosa sonrisa encendiendo mi día; con tu palpitar acariciando mi deseo y la humedad de tu cuerpo conquistando mi anhelo. Fue una noche llena de sueños, sólo éramos tú y yo, olvidándonos del tiempo, éramos un único camino, un solo destino guiado por nuestros latidos. Tú me mirabas, contemplabas mi miedo a perderte, yo me hacía el fuerte y sonreía lo más que podía, pero tú sabías que esperaba más de tus besos, anhelaba escuchar la palabra que no se conforma con un “te quiero”… que se convertía en mi sueño eterno. Abrí los ojos y me di cuenta que me soñaba despierto, sueño de un sueño de una bonita noche de primavera...
martes, 12 de abril de 2011
El Insoportable peso de una amistad perdida.
En las marcas de mi corazón aún se puede leer te querré desde hoy hasta el final , aunque tu jures nunca regresar a mí, mi corazón desecho no te podrá dejar de querer, se marcharan los días de algún viejo calendario y mis ganas de llorar desaparecerán con el paso de los años, pero tu recuerdo no permitirá dejarte de quererte apreciarte y seguir admirándote desde hoy hasta el final, el tiempo seguirá su paso causando dolor a corazones como el mío que creyeron que su felicidad perduraría desde hoy hasta el final, y aunque el dolor tal vez desaparecerá ya será tarde para mí porque no podre enmendar todo el daño y sufrimiento que en ti puede causar… solamente quiero decirte: que ya, a veces me pasa...A veces olvido, cada vez más a menudo, no sé si es una estrategia de mis neuronas. A veces divago, en directo, sin pausas, sin prisas, voy y vengo, estoy sin estar. Espero no estar lejos cuando me necesites, pero estaré de la única manera que puedo, de la única manera que sé. Como siempre he estado, sigo estando y estaré…javascript:void(0)
El embrujo de la Noche...
Todos tenemos dos noches únicas e irrepetibles, la primera que pasamos fuera del seno materno primer encuentro con un mundo nuevo, del que no guardamos memoria consciente pero del que seguramente tendremos alguna marca; otra es, la de nuestra muerte, noche desconocida por la que habremos de pasar inexorablemente, impregnada por el temor a lo desconocido. Tenemos noches que suelen ser parecidas, son aquellas en que el ser humano se entrega en los brazos de Morfeo deseando no despertar, para que la placidez que nos envuelve nos siga acompañando. También están las que acompañaron nuestra niñez, llenas de fantasías y miedos que nos hacían tener la necesidad de aferrarnos a una mano querida. La noche en que nos descubrimos enamorados como nunca antes y que pasamos casi en vela deseando que ese amor siga creciendo. La importante noche en que hacemos el amor por primera vez, embriagados del romántico y perturbador deseo en el que nos entregamos al sueño cuando extenuados caemos en éxtasis perfecto. Las noches de pasión incontrolada, que comienzan y terminan cuando los cuerpos se funden en uno abandonándose al placer.
La noche en que nace cada hijo, que con atenta mirada vigilamos el movimiento de ese bollito de carne que recién llegado al mundo, conociendo por primera vez el miedo a que algo pueda perturbar su sueño.La noche pasada en vigilia en algún hospital cuidando a un ser querido, esa que hace eterna nuestra espera, deseosos de ver el primer rayo de luz que nos haga saber que todo está como deseamos.Aquella noche en que los hijos comienzan a llegar tarde y en la que permanecemos quietos sin poder conciliar el sueño hasta escuchar que la puerta se abre y los sentimos a salvo en casa. La que sucede al día en que nuestros pichones comienzan el armado de la valija para emprender su propio rumbo. La noche de alegrías en la que reunidos con nuestros afectos disfrutamos el placer de sentirnos juntos. Esa nunca deseada triste noche, que pasamos despidiendo la partida de esta vida de nuestros seres queridos.La que fantaseamos imaginando como será la carita del nieto por llegar y aquella en que por primera vez quedan a nuestro cuidado.La noche, que sigue al día en que obtuvimos algún logro no esperado y en la que sentimos que aun podemos. Las tristes noches , que pasa mucha gente en los penales en las que todo es soledad y tinieblas. La de los olvidados en hospitales , orfanatos o en calles solitarias en las que todo ser humano ansía que la mañana siguiente pueda ser diferente como por milagro. Esas son para mi noches diferentes, que en cada ser humano toman un sentido distinto ya sean de felicidad o de tristeza pero que seguramente cada uno guarda celosamente en algún lugar especial de la memoria hasta llegar a la última noche, en la que todas ellas se fundirán en una sola porque esa será para cada uno el comienzo su eterna noche.
La noche en que nace cada hijo, que con atenta mirada vigilamos el movimiento de ese bollito de carne que recién llegado al mundo, conociendo por primera vez el miedo a que algo pueda perturbar su sueño.La noche pasada en vigilia en algún hospital cuidando a un ser querido, esa que hace eterna nuestra espera, deseosos de ver el primer rayo de luz que nos haga saber que todo está como deseamos.Aquella noche en que los hijos comienzan a llegar tarde y en la que permanecemos quietos sin poder conciliar el sueño hasta escuchar que la puerta se abre y los sentimos a salvo en casa. La que sucede al día en que nuestros pichones comienzan el armado de la valija para emprender su propio rumbo. La noche de alegrías en la que reunidos con nuestros afectos disfrutamos el placer de sentirnos juntos. Esa nunca deseada triste noche, que pasamos despidiendo la partida de esta vida de nuestros seres queridos.La que fantaseamos imaginando como será la carita del nieto por llegar y aquella en que por primera vez quedan a nuestro cuidado.La noche, que sigue al día en que obtuvimos algún logro no esperado y en la que sentimos que aun podemos. Las tristes noches , que pasa mucha gente en los penales en las que todo es soledad y tinieblas. La de los olvidados en hospitales , orfanatos o en calles solitarias en las que todo ser humano ansía que la mañana siguiente pueda ser diferente como por milagro. Esas son para mi noches diferentes, que en cada ser humano toman un sentido distinto ya sean de felicidad o de tristeza pero que seguramente cada uno guarda celosamente en algún lugar especial de la memoria hasta llegar a la última noche, en la que todas ellas se fundirán en una sola porque esa será para cada uno el comienzo su eterna noche.
Wonderland...
Había un mundo donde todo era hermoso. Donde las cosas eran sencillas porque no tenían otra forma de ser. Por que la única manera era la simple.Había un mundo en el que tu cama podía ser un barco y tu habitación un oceáno lleno de aventuras donde nadabas en la imaginación y los delfines y peces con alas te acompañaban.Había un mundo donde un tesoro valioso era esa figurita con brillantina que se veía tan fabulosa y que era difícil de conseguir.Un lugar donde la proximidad de los abuelos era lo más maravilloso porque te daban una moneda para caramelos a la hora de la siesta mientras del horno salía el delicioso olor a torta que ibas a comer en la merienda.Había un mundo de puertas abiertas, donde no existían las rejas y tus amigos entraban sin llamar como si fuera su casa.Había bigotes de espumosa leche chocolatada y un castigo era que te dijeran que para comer había sopa con verduras, esas que al correr al borde del plato te hacían acreedor a un reto.Había un mundo donde se jugaba en la calle hasta la noche con los chicos del barrio y podías ser rey por una tarde si encontrabas a todos los escondidos.En ese mundo la primavera era cientos de mariposas y una red para apresarlas y guardarlas en un frasco sin tener la conciencia de que las sentenciabas a muerte. Como las luciérnagas en el verano, farolitos nocturnales que te llevabas en su prisión de vidrio para mirar esas luces misteriosas hasta que el sueño te vencía.Siempre en algún lugar encontrabas un vanal donde pescar renacujos y salir espantado ante la aparición de los sapos.Había un mundo donde la navidad era familia y velas encendidas y en la televisión películas que contaban la historia de un niño que había nacido en un pesebre y nos regalaba su cumpleaños para que todos fuéramos más buenos, no sea cosa que Papá Noel nos tachara de su lista.Había tres reyes que venían en camellos y te dejaban en los zapatitos las cosas que les habías pedido y despertar era una fiesta.
Había un carnaval donde jugábamos a mojarnos y eran chicos contra chicas.Y llegó la escuela y éramos tan importantes con nuestro babi blanco y las chicas con cinta en el pelo. Éramos importantes hasta que la tortura de los deberes nos hiciera anhelar las vacaciones y así empezamos a aprender que en la vida no todo eran juegos y diversión, que también estaban las obligaciones y un reloj traidor que marcaba temprano la hora de levantarse.Y así fue pasando todo. Se terminó la primaria, vino la secundaria, el beso robado de los quince. Los abuelos que se fueron por una enfermedad innombrable. Conocimos la tristeza, aprendimos lo que era ser "grande".Había un mundo que se llamaba infancia. Con sus propios colores y aromas. Un lugar que queríamos abandonar para mandarnos solos. Y no nos dimos cuenta que queríamos abandonar el paraíso mordiendo una manzana engañosa. No sabíamos que siempre alguien te manda y no es tan bonito como cuando los que mandan son los papás.Había un mundo que se llamaba infancia del que no me quería ir y sin embargo me fui. Y hoy me pregunto porque no me quedé un ratito más ahí..
Había un carnaval donde jugábamos a mojarnos y eran chicos contra chicas.Y llegó la escuela y éramos tan importantes con nuestro babi blanco y las chicas con cinta en el pelo. Éramos importantes hasta que la tortura de los deberes nos hiciera anhelar las vacaciones y así empezamos a aprender que en la vida no todo eran juegos y diversión, que también estaban las obligaciones y un reloj traidor que marcaba temprano la hora de levantarse.Y así fue pasando todo. Se terminó la primaria, vino la secundaria, el beso robado de los quince. Los abuelos que se fueron por una enfermedad innombrable. Conocimos la tristeza, aprendimos lo que era ser "grande".Había un mundo que se llamaba infancia. Con sus propios colores y aromas. Un lugar que queríamos abandonar para mandarnos solos. Y no nos dimos cuenta que queríamos abandonar el paraíso mordiendo una manzana engañosa. No sabíamos que siempre alguien te manda y no es tan bonito como cuando los que mandan son los papás.Había un mundo que se llamaba infancia del que no me quería ir y sin embargo me fui. Y hoy me pregunto porque no me quedé un ratito más ahí..
lunes, 4 de abril de 2011
Castillos en el Aire...(Jorge bucay)
Había una vez una princesa, que quería encontrar un esposo digno de ella, que la amase verdaderamente. Para lo cual puso una condición: elegiría marido entre todos los que fueran capaces de estar 365 días al lado del muro del palacio donde ella vivía, sin separarse ni un solo día. Se presentaron centenares, miles de pretendientes a la corona real. Pero claro al primer frío la mitad se fue, cuando empezaron los calores se fue la mitad de la otra mitad, cuando empezaron a gastarse los cojines y se terminó la comida, la mitad de la mitad de la mitad, también se fue.
Habían empezado el primero de enero, cuando entró diciembre, empezaron de nuevo los fríos, y solamente quedó un joven.Todos los demás se habían ido, cansados, aburridos, pensando que ningún amor valía la pena. Solamente éste joven que había adorado a la princesa desde siempre, estaba allí, anclado en esa pared y ese muro, esperando pacientemente que pasaran los 365 días.
La princesa que había despreciado a todos, cuando vio que este muchacho se quedaba empezó a mirarlo, pensando, que quizás ese hombre la quisiera de verdad. Lo había espiado en Octubre, había pasado frente a él en Noviembre, y en Diciembre, disfrazada de campesina le había dejado un poco de agua y un poco de comida, le había visto los ojos y se había dado cuenta de su mirada sincera. Entonces le había dicho al rey:
- Padre creo que finalmente vas a tener un casamiento, y que por fin vas a tener nietos, este es el hombre que de verdad me quiere.
El rey se había puesto contento y comenzó a prepararlo todo. La ceremonia, el banquete e incluso, le hizo saber al joven, a través de la guardia, que el primero de Enero, cuando se cumplieran los 365 días, lo esperaba en el palacio porque quería hablar con él.
Todo estaba preparado, el pueblo estaba contento, todo el mundo esperaba ansiosamente el primero de Enero. El 31 de Diciembre, el día después de haber pasado las 364 noches y los 365 días allí, el joven se levantó del muro y se marchó. Fue hasta su casa y fue a ver a su madre, y ésta le dijo:
- Hijo querías tanto a la princesa, estuviste allí 364 noches, 365 días y el último día te fuiste. ¿Qué pasó?, ¿No pudiste aguantar un día más?
Y el hijo contestó:
- ¿Sabes madre? Me enteré que me había visto, me enteré que me había elegido, me enteré que le había dicho a su padre que se iba a casar conmigo y, a pesar de eso, no fue capaz de evitarme una sola noche de dolor, pudiendo hacerlo, no me evitó una sola noche de sufrimiento. Alguien que no es capaz de evitarte una noche de sufrimiento no merece de mi, Amor, ¿verdad madre?
Habían empezado el primero de enero, cuando entró diciembre, empezaron de nuevo los fríos, y solamente quedó un joven.Todos los demás se habían ido, cansados, aburridos, pensando que ningún amor valía la pena. Solamente éste joven que había adorado a la princesa desde siempre, estaba allí, anclado en esa pared y ese muro, esperando pacientemente que pasaran los 365 días.
La princesa que había despreciado a todos, cuando vio que este muchacho se quedaba empezó a mirarlo, pensando, que quizás ese hombre la quisiera de verdad. Lo había espiado en Octubre, había pasado frente a él en Noviembre, y en Diciembre, disfrazada de campesina le había dejado un poco de agua y un poco de comida, le había visto los ojos y se había dado cuenta de su mirada sincera. Entonces le había dicho al rey:
- Padre creo que finalmente vas a tener un casamiento, y que por fin vas a tener nietos, este es el hombre que de verdad me quiere.
El rey se había puesto contento y comenzó a prepararlo todo. La ceremonia, el banquete e incluso, le hizo saber al joven, a través de la guardia, que el primero de Enero, cuando se cumplieran los 365 días, lo esperaba en el palacio porque quería hablar con él.
Todo estaba preparado, el pueblo estaba contento, todo el mundo esperaba ansiosamente el primero de Enero. El 31 de Diciembre, el día después de haber pasado las 364 noches y los 365 días allí, el joven se levantó del muro y se marchó. Fue hasta su casa y fue a ver a su madre, y ésta le dijo:
- Hijo querías tanto a la princesa, estuviste allí 364 noches, 365 días y el último día te fuiste. ¿Qué pasó?, ¿No pudiste aguantar un día más?
Y el hijo contestó:
- ¿Sabes madre? Me enteré que me había visto, me enteré que me había elegido, me enteré que le había dicho a su padre que se iba a casar conmigo y, a pesar de eso, no fue capaz de evitarme una sola noche de dolor, pudiendo hacerlo, no me evitó una sola noche de sufrimiento. Alguien que no es capaz de evitarte una noche de sufrimiento no merece de mi, Amor, ¿verdad madre?
martes, 22 de marzo de 2011
Lo que nunca te dije…
Nunca sabrás lo que te quise decir porque nunca te lo dije, nunca sabrás lo mucho que te quise porque nunca te lo dije. Hay tantas cosas que quisiera decirte pero que no puedo, no puedo arriesgarme a perderte ,porque no podría soportarlo, porque si también perdiera eso, ya no sería yo, ya nada tendría sentido. Que difícil se hace estar en esta situación y no poder tenerte a mi lado, ni tan siquiera mirarte para que con esa mirada entendieras lo que pasa por mi mente, cada vez se hace más difícil, y cada día me duele más estar sin poder hablar contigo. Si me volvieras a querer sería un milagro, o quizás un sueño hecho realidad. Cuando te perdí era una niño que no sabía nada acerca del amor y de la vida, pero la experiencia me han hecho ver que tu seguirás siendo esa persona de la cual me enamoré y hoy en día aún no te olvido. Lo intento pero se hace tan imposible... que a veces pienso que se me va la vida en cada intento, porque de esa manera me doy cuenta de que ya no te tengo. Siempre seguirás presente, siempre te pensaré aunque a mi lado ya no estés. Si las batallas que llevan mis silencios, asesinaran de una vez el dolor.. tu ausencia no sería mi suicidio a cuenta gotas; si pudiera el viento cargar con los gritos de mi corazón desesperado a tus oídos, y el clamor llegara a tu alma, entenderías mis lágrimas repetitivas; dime como no amarte, como no extrañar tu sonrisa y tu piel, dime como se desgarra la tristeza del tiempo, o los recuerdos arraigados en el cerebro! dime .. dime como no amarte, como no rogarle al reloj que se detenga en el instante que estuviste en mis brazos... que te sentí tan mío! dime, dime como exiliarme de tu cuerpo, o tus formas dulces; este dolor no es algo con lo que deseo vivir, ni el ahogo una manera de respirar! los espacios se hacen tan dañinos, inservibles y desesperantes, que a ratos quisiera arrancarme las carnes y correr tan rápido con la ilusión que el pasado se quedara allí.. entretenido con la carroña. Te amo tanto! Puedes de mi vida hacer lo que quieras.. potestad tienes en mis sueños, y mirame ahora, inservible en voluntad y llorándote.. Dime como no amarte y dejaré de morir por tí
Somos peculiares…
Odio el término raro porque sinceramente creo que raros somos todos, pero creo que tu y yo somos peculiares por nuestra forma de ver el mundo ,de entender el amor, de podernos pasar horas y horas hablando sin aburrirnos el uno del otro de saber lo que sentimos y no decir una palabra por no estropearlo… De perdonarnos mutuamente por nuestras pequeñas mentiras, nuestros defectillos y nuestras cagadas. Ojala vuelvas a ser así pronto colega al que quiero y amo porque te echo mucho de menos…
Tus medias verdades…
Eres sincero pero no del todo y tú lo sabes como yo, tus medias verdades nos acompañan desde hace mucho tiempo ya, y se que el miedo te impedirá ser sincero, esa sinceridad cambiaria de un plumazo nuestra vida y sobre todo tu seguridad. Leo entre líneas y eso a mi también me da miedo, miedo de vivir a medias, de hablar pero sobre todo de callar mi respeto hacía ti es tanto que si tu no hablas yo tampoco nunca lo haré y seguiré fingiendo que no me mientes pero sobre todo fingiré que tus medias verdades me bastan.
jueves, 10 de febrero de 2011
Palabras en el viento...(2º parte)
No te vayas de mi lado, nunca te alejes, perdona los sentimientos de odio que en ti he provocado, perdona todo el daño que tu alma ha recibido. No me dejes en el amargo dolor del silencio, cuando sabes que te digo la verdad, fui el verdugo de tu libertad, pero, solo quise compartir mi soledad. Sabes que tú siempre fuiste más que un compañero, tú has sido único en mi vida, mi amado, mi caballero. Tú eres mi bien más preciado, mi única posesión, sabes que es la única verdad, una verdad más fuerte que un diamante, tu corazón es el mío salvaje e indomable. Solo puedo decirte, que eres mi inspiración, te encontré una tarde de primavera, cuando más te necesitaba. En realidad no sé quién eres, pero curare las lágrimas que nazcan de tus malos recuerdos, solo una cosa te pido. “No te vayas, de mi lado”. Porque Veo tus ojos, me pierdo en el mar de tu ternura, tu alma es tan pura que no quiero perderte, tengo miedo de que te alejes, tengo miedo y no puedo hacer nada para que no te alejes, pero que puedo hacer si eres libre y no tengo el valor para decirte que te necesito, perdóname por todo el mal que deje tras de mí, no puedo creer lo que hice, no puedo creer que no puedo hacer nada por ti, perdóname por todo el daño que le cause a tu corazón. UN día me atreví a salir de la penumbra para que me conocieras cuando menos lo esperabas, fingiendo ser un seductor. Te arrastre hasta mi mar sinuoso… a este mi mundo de fantasías y de sueños. Fuiste mi mayor anhelo. Descubrí; tu noble corazón. Nuestro único error fue pensar que estábamos destinados a estar juntos por siempre. Más que acariciarnos soñamos despiertos tomados de la mano. Creyendo que el destino nos había marcado el sendero para estar juntos, amándonos y soñando con el amor eterno. Fuiste una ilusión que se quedara para siempre en mí. Gracias por creer en mí… Lo hiciste en el momento justo y necesario. Hoy se que existe la nobleza en ti. Ahora sabemos que tan bien podemos ser humildes, no solo somos dos seres engreídos llenos de vanidad y de deseo. Ahora es que entiendo que tan semejantes somos. Porque solo de esa manera podría explicar cómo es que lloraron nuestros corazones al escucharnos hablar por última vez. Escuche el latir de tu corazón, alcance a distinguir el triste susurro de las lágrimas que en ti brotaron. No me hizo feliz el saber que lloraste. Disculpa por todo lo que calle y negué. Solo lo hice para no lastimar…A ti que me hiciste pasar momentos felices… gracias. ¡Por favor! No dejes que el rencor abrace a tu corazón. No permitas que el dolor hable. Muéstrate como realmente eres…Noble, fuerte pero a la vez tierno y con mucho amor en tu corazón. Me diste tanto por tantos días, tantas noches, tanto tiempo y nunca supe dar las gracias de la forma correcta, siempre estuviste ahí cuando te necesite mas no pude corresponder tu entrega, me brindaste tu amistad, amor, apoyo, protección y con el pasar del tiempo solo lograba agradecerte con un abrazo ocasional y sé que eso no basta. Contigo aprendí a caminar, aprendí a vivir con humildad, aprendí lo que es el respeto, la pasión por la vida y la responsabilidad que significa vivirla... junto a ti... junto a ti conquiste montes y atravesé tormentos, conquiste miedos y supere obstáculos que hubieran sido imposibles sin ti, y no es hasta ahora que me doy cuenta de lo que soy gracias a ti. Por ti soy hombre, por ti soy humano, hermano y amigo. Por ti crecí y descubrí el mundo y nunca hallare las palabras, las acciones ni toda una vida serian suficientes para agradecerte...
lunes, 7 de febrero de 2011
La cajita de cristal...(esto no lo he escrito yo)
La amistad es una cajita de cristal. Pequeña, transparente, donde guardas allí dentro todos tus pensamientos, ideas, cariño y amor.Un cristal fino donde te reflejas. Material en el que están hechos tus sueños. Son porciones de tu corazón que intentas que no se rayen nunca.Un amigo es más que una persona. Algo que no es físico, algo que siempre llevas. Es eso que recoges por el camino y guardas en tu cajita de cristal, cuidadosamente acomodado en su interior de terciopelo. Todo eso en lo que crees, en lo que confías, en lo que sientes.Eso que más allá del mundo encuentras. Eso que te abraza cuando piensas que no puedes más. Algo que lamentas no ver. Porque el amigo no se ve, no se toca, no se huele. Simplemente lo sientes. Y, aunque se encuentre sentado a tu lado, tú nunca lo ves como la materia física que es. Su esencia oculta entre los pliegues del terciopelo de tu cajita de cristal.A veces lo miras a los ojos. A veces sientes su presencia.Sin embargo, el amigo no es la persona que ves. Es la persona que sientes.Es aquello por lo que darías todo.Menos tu cajita de cristal…
viernes, 14 de enero de 2011
Reflexiones....
¿Por qué pesa más un recuerdo que el altruista gesto de un alma neta que, desconsoladamente, busca callar el resabio que grita nuestro espíritu? .No entiendo porque intentamos correr detrás de quién huyó, sin embargo, a veces, nos sentiremos más cerca de quién quiso hacernos ver que, sin ella o sin él no seríamos nada, en lugar de intentar que fuéramos TODO a su lado. En ocasiones pienso que amores hay muchos, pero lo que más nos define es la pena a la que seamos incapaces de sobrevivir la cual Refleja a la perfección ese sentimiento de soledad, de perpetua e inútil búsqueda de quien ya no está a nuestro lado, de contradictoria abnegación, de desconsuelo, de la necesidad de un abrazo que abrigue el alma, de pensar que vendrán mejores momentos...
lunes, 10 de enero de 2011
En la búsqueda continua de….
Sigo en busca del amor, no de sentirlo o vivirlo, si no de entender lo que es. Anoche tuve un pensamiento viendo una película. Me hizo pensar en que aprendemos desde niños formas para decir te quiero, un te quiero que disfraza una necesidad o un miedo y que utilizamos esas palabras para justificar lo que no se demuestra con hechos. Podemos decir “te quiero…” y quizás deberíamos ser honestos diciendo: ”te quiero… conmigo y para mí”, “te necesito…para no sentirme solo ”, “te extraño…porque no sé cómo pasar el tiempo”, “me haces falta…porque si me quedo solo me quedo conmigo.” Y ahora entiendo porque no quiero que me digan te quiero…si no sentirme querido. Y no quiero decir te amo, si no tener toda la consideración, el cariño, la fidelidad para que sin decirlo…todo nos envuelva. No es tarea fácil, porque estoy acostumbrado a actuar de manera diferente, sin embargo ya no quiero vivirlo de otra manera.
Cantos de Sirena...
Cuando la palabra se hace poesía,
cuando el verso se hace sentimiento
cuando la guitarra se hace melodía
cuando la gente canta en tu recuerdo.
No hay poesía, ni verso ni guitarra
que al alma te lleguen de repente
como el recuerdo que en herencia nos dejara
Esta guitarra que toco tiene cuerdas,boca y sabe hablar
Es una pena que ella no tenga ojos
Para mostrarte que también sabe llorar
cuando el verso se hace sentimiento
cuando la guitarra se hace melodía
cuando la gente canta en tu recuerdo.
No hay poesía, ni verso ni guitarra
que al alma te lleguen de repente
como el recuerdo que en herencia nos dejara
Esta guitarra que toco tiene cuerdas,boca y sabe hablar
Es una pena que ella no tenga ojos
Para mostrarte que también sabe llorar
domingo, 9 de enero de 2011
Esperanza Frente a los grises soles.
Se van terminando las horas aterrantes de esperarte, fuiste tú quien quemó las velas de los barquitos de papel y verso que siempre con amor los hacia a la mar de tu mirada, tú sabes lo que amo tu mirada, y ya lo ves, naufragamos en aquella bronca que inventaste el día que no supiste explicarte en mí con verbo, el día que te dio miedo creer, sin darte cuenta, que mi amor no es atadura y si libertad de dos en movimiento. Me quedé engrillado a las galeras de tu paso, me quedé regando las plantas de tus pies que me sabían a huellas de esperanza, pero ya lo ves, no reverdecieron, preferiste que se enraizaran en la estabilidad que sé que aún no encuentras. Solo pediría una horas en las cuales mágicamente se depositase en mí el talento y la expresión del arte, así poder inmortalizarte en mi única obra, una obra maestra que hable por si sola y se desborde de sentimientos, donde quede plasmada tu cara y los finos rayos de luz que iluminan tu sonrisa y tu llanto, me gustaría pintarte y dedicar el resto de mi vida a mirarte y si es posible quedarme a vivir en mi obra de arte. Solo pido por un momento la inspiración suficiente en mis manos para dejar clavado un cuadro en el mural del tiempo, hacer sentir a alguien más lo que yo siento, y sabiendo que todo esto un día sea cierto, que pudiera concretarse, solo me dejaría reposar en los vientos y envejecer al reparo de esa mañana donde las palabras solo sobraban y me dedique a contemplar tus ojos…
sábado, 8 de enero de 2011
Condenados a Encontrarnos.
Te veo mal. Eso fue lo que me dijo. casi 6 años sin vernos, y eso fue lo que me dijo. seis años. Se dice pronto. Tuve que sonreír. Para disimular las ganas que me entró de besarla. No sé. Llámarme raro, pero siempre me gustó su honestidad. Tan brutal. Pero sonreí.Pues yo a ti te veo mejor que nunca. Y tanto. Más guapa que nunca. ¿Quién puede hacerle sombra?, a ver ¿quién? El vestido era azul y con tonalidad verde, sus colores preferidos y le llegaba a la las rodillas. Quizá las cubría. ¡Cómo quieren que me acuerde de ese detalle! Si estaba allí, delante de mí, mirándome a los ojos, seis años después. Mirándome a los ojos, las horas que pasó así. Y ahora en cambio, todo es tan distinto seis años después. Esos ojos como derramándose por un aburrimiento desesperado.Curiosa la sensación debida al cúmulo de recuerdos,sentimientos de cariño, afecto,odio, rabia,amor,nostalgia de la infancia y lo que que hubo y nunca pudo ser aglutinandose todas la vez en mi mente mientras no podia retirar la mirada de sus ojos...
Tras unos consejos publicitarios,Ya estamos de vuelta!
Vais a tener razón cuando me decis que soy un dejado para las cosas.¿Ya hacía un año que no entraba en mi blog para escribir .?El tiempo pasa…!!!.Bueno la verdad es que el principal motivo por el cual me he decidido a escribir unas lineas ha sido por otro bolg de notas que le he ehado un vistazo y bueno,por alusiones creo que ahora me toca escribir a mi.Volaran las horas y pasaran fugaces los dias pero siempre os llevo a todos y no os olvido porque sabeis que os quiero y por suerte o por desgracia todos y cada uno de vosotros formais parte de mi tribu,y sois mi pequeña gran familia a la cual quiero aprecio y por la que si me tengo que dejar la piel en el camino lo haré sin dudarlo ni un instante.
El jardin del Este...
Hubo un tiempo en un lugar recóndito donde existía un bosque, el bosque del este. Un bosque donde hadas, duendes y gnomos convivían en plena armonía con los árboles longevos que los cobijaban bajos sus frondosas ramas. Era un bosque donde la tristeza no tenia cabida alguna donde la soledad mendigaba entre las sombras…Pero llego un día en el que el cielo se empezó a tornar gris, la tristeza y la soledad recobraban protagonismo mientras reía irónica la alegría que durante tanto tiempo había reinado en aquella tierra. Aquellas hadas se volvieron egoístas mientras que los demás seres que allí habitaban desaparecieron de aquel lugar que durante diez años había sido todo para ellos .El bosque empezó a desaparecer aquellos longevos árboles empezaron a dejar caer sus primaverales hojas .El inexorable paso del tiempo empezó a causar mella y hubo un ultimo intento por parte de uno de los pocos seres místicos que allí moraba pero, ya era tarde, el bosque había desaparecido y en aquel lugar donde todo era antes paz y alegría ya solo queda la desolación y la tristeza unida al recuerdo de lo que aquello fue en su día…..
EL SEMBRADOR DE ESTRELLAS….
Esta noche hice un recorrido por mis pensamientos, el cual fue lento, pausado y dando tiempo para descifrar de nuevo todas aquellas palabras encriptados en ellos, aquellas que se escondían temerosas del momento, viviendo entre líneas en espera de que en el horizonte apareciera una luz y las encontrara. Esta noche hice un recuento de los encuentros y el balance sorpresivo fue la felicidad. Quizás el tiempo transcurra lentamente, y los días queden en lo opaco de un recuerdo que se perderá en la profundidad de mi existencia, quizás los instantes se pierdan en lo profundo de un sueño que estará condenado a ser consumido por el fuego del olvido. Por ello quiero y debo ante todo doblegarme y mostrar mi más sincera gratitud a ti. Gracias por haber mostrado ese lado humano, por haberme ayudado de nuevo a volver a creer en las personas, por ver que aunque crea verme inmerso sumido en un mar de tinieblas siempre hay una mano tendida dispuesta a ayudar para levantarme. Resulta difícil el poder describir a una persona que no existe patrón para ajustar en ti. Gracias por tu humanidad, por tu prudencia, por tu saber estar y ante todo por la gran preocupación que demuestras mostrando la importancia de la gente que te rodea. Gracias por ayudarme a ver que aún existen personas con un alma tan sumamente bondadosa que temes tocarlas como una leve figura de cristal por miedo a estropearla. Gracias por tu mirada, una mirada que te lleva a un mar de ternura y felicidad que nadie a excepción tuya saber conducir, gracias por tu lealtad y firmeza y ante todo por tu sensatez y tu altruismo. Gracias por mostrarme el lado pícaro de la vida pero también por mostrar como a pesar del esfuerzo de las cosas y las situaciones hay que seguir luchando…. Eres el bien mas preciado sabes que te aprecio con locura por eso todo lo bueno que te pase me alegrare mas incluso que tu. Te quiero dar las gracias por mostrarme siempre el lado dulce agradable de la vida, gracias por estar ahí siempre y porque por muy mal que uno este, siempre sabes como sacar una sonrisa en las personas, Y también quiero darte las gracias por enseñarme que de vez en cuando hay que pensar menos y dejarnos un poquito llevar con esa misma inocencia que teníamos cuando éramos niños. También gracias por mostrarme que nunca hay que perder la esperanza que nada es fácil ni nada te regalan pero hay que ser perseverante y demostrar tener paciencia y siempre el ánimo bien alto. Es poco lo que se de ti, pero simplemente por el destello de tu mirada no creo tener que saber mucho mas. Gracias por ser único, es decir, por ser como eres. Dicen k hay gente con una estrella, el que dijo eso creo que no te conocía porque has demostrado tener una constelación entera . Quiero pedirte un favor. Nunca permitas que nada ni nadie cambie tu forma de ser y por encima de todo y de todos nunca dejes de brillar ….
Raúl :La vida me dicta ,mi experiencia escribe…
Raúl :La vida me dicta ,mi experiencia escribe…
Simplemente fábulas...
Cuando te conocí, sentí. Sentí. Pero me di cuenta que no existen los príncipes azules,
que no sería rescatado de la torre del castillo, aprendí a esperar en la sombra, a recolectar tus migajas y acepté las sobras de tiempo, los mendrugos de amor. Y era feliz. A mi manera, feliz. Acabaste con mis sueños, mis ilusiones y mi tiempo, me robaste la inocencia. Dejé de creer. No quedo nada. A pesar de todo, me entregué, me di enteramente a tu egoísmo. Decidí vivir así, ser ceniza, un cuadro de tristeza. No quedó nada de lo que ayer fui….
que no sería rescatado de la torre del castillo, aprendí a esperar en la sombra, a recolectar tus migajas y acepté las sobras de tiempo, los mendrugos de amor. Y era feliz. A mi manera, feliz. Acabaste con mis sueños, mis ilusiones y mi tiempo, me robaste la inocencia. Dejé de creer. No quedo nada. A pesar de todo, me entregué, me di enteramente a tu egoísmo. Decidí vivir así, ser ceniza, un cuadro de tristeza. No quedó nada de lo que ayer fui….
el verdadero sabor de las cosas...
Quien no conoce nada, no ama nada.
Quien no puede hacer nada, no comprende nada.
Quien nada comprende, nada vale.
Pero quien comprende también ama, observa, ve...
Cuanto mayor es el conocimiento inherente a una cosa, más grande es el amor...
Quien cree que todas las frutas
maduran al mismo tiempo que las frutillas
nada sabe acerca de las uvas...
Quien no puede hacer nada, no comprende nada.
Quien nada comprende, nada vale.
Pero quien comprende también ama, observa, ve...
Cuanto mayor es el conocimiento inherente a una cosa, más grande es el amor...
Quien cree que todas las frutas
maduran al mismo tiempo que las frutillas
nada sabe acerca de las uvas...
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